MIGUEL GERÓNIMO GUTIÉRREZ


A ESPAÑA

“Su alma de poeta solía, junto con José Joaquín Palma y Manuel Hurtado del Valle, arrancar, cuando descansaba de sus ocupaciones como legislador, notas melancólicas que, al compás de la música de manso arroyuelo, se quejaban, de la ausencia de la familia, de los pesares del corazón; pero, su musa vibraba con acentos épicos cuando entonaba el himno de libertad, cuando apostrofaba a la tiranía. De su estro poderoso se ha salvado una joya inédita, la composición A España, que en la memoria ha conservado un admirador suyo, compañero de la guerra".

     Gonzalo de Quesada.



A ESPAÑA              

Errada vas, España, si pretendes,
apurando tú bárbara crueldad,
el grito sofocar de un pueblo heroico
que sus cadenas te arrojó a la faz.

Si mil mártires fuertes expiraron
en los cadalsos que tu furia alzó,
nos quedan otros mil que a tus verdugos
darán el cuello con tenaz valor.

Que del suplicio en que el patriota muere
brota de gloria espléndido laurel,
que colocan los genios de las tumbas
del héroe inerte en la marchita sien.

¿Qué ganarás, España, con tus iras
clavando al indefenso tu puñal,
al indefenso que buscó un asilo
en el retiro de su oculto hogar?

¿Qué ganarás hundiendo de la espada
la aguda punta envenenada y cruel,
allá en el seno débil palpitante
de la llorosa y tímida, mujer?

¿Qué ganarás con degollar al niño
que sonríe inocente a tu furor;
con arrancar a trémulos ancianos
una vida que el cielo prolongó?

¡Sacia, España feroz, si acaso puede
saciarse un día, tu sangrienta sed;
sáciate, sí, que Cuba generosa
mares de sangre te dará a beber!

Aún corren por las venas de tus hijos,
que libres cantan su victoria ya,
torrentes de ese líquido precioso
que tu rabia y furor no agotarán.

Si más lágrimas quieres, todavía
quedan madres y esposas que en su amor
para llorar sus seres más queridos
tienen llenos de patria el corazón.

Y si quieres echar aún más veneno
en la copa infernal de tu maldad,
aún vírgenes, tenemos que escaparon
del torpe hispano a la pasión brutal.

No pienses, no, vencer con el encono,
la crueldad, el despecho y el furor,
aunque arrancar pudiese uno a uno ,
a los hijos de Cuba el corazón.

Pero tiembla confusa ante tu oprobio
en vano intentes tu baldón cubrir,
que Dios y el mundo con espanto tienen
severos la mirada sobre ti.

Ni jamás te ilusiones con la fuerza
con que pretendes al cubano ahogar:
¿cuándo midió la talla del tirano
un pueblo heroico, al levantarse audaz?

En un pueblo, sepulcro de patriotas
hundido en tenebrosa oscuridad,
no fuera, no, victoria apetecida
escombros y cenizas dominar.

No es ya el cubano el torpe sibarita
adormecido en lánguida embriaguez,
aquél que en los deleites apuraba
la envenenada copa del placer.

Ni es tampoco el servil que le rendía
al déspota sumisa adulación;
es el bravo adalid, es el guerrero
tostado al fuego de su ardiente sol.

Es el soldado a quien la quinta infame
no reclutó para servir a un rey,
es el noble patriota que ha querido
héroe morir o independiente ser.

Forja, España feroz, nuevas cadenas,
manda nuevas legiones a lidiar,
que aquí te aguarda un pueblo de espartanos
que ha jurado venganza y libertad.

 







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