LEOPOLDO TURLA

Leopoldo Turla nació en la Habana el año de 1818. A los veinte años dióse ya á conocer en varias publicaciones literarias habaneras con sus poesías llenas de sentimiento. En 1849 apareció en un tomo su primer colección de versos con el título de Ráfagas del trópico, acogido muy bien por la crítica. Los trastornos políticos que agitaban la Isla, obligáronle á dejar el suelo nativo. Desterrado por O'Donnell, fijó su residencia en Nueva Orleans, viviendo pobremente dando lecciones. Desde allí colaboró en El laud del desterrado y en la Ilustración Americana. Las composiciones mejores son El Lenocinio, El Inválido y Paseo por la tarde. Falleció en la ciudad de Nueva Orleans en 1877.




¡PERSEVERANCIA!


Now, heart, thy nerve; forget thon are tlesh, be rock. Knowles



"Apoyado al timón espero el día."

Sé firme, corazón! Sotén constante
De tu valor el indomable temple:
Del Gólgota el martirio no te espante:
Que la patria entre espinas te contemple
Llevar la cruz con ánimo gigante.

No vil flaqueza tus impulsos tuerza:
Nútrate la esperanza; en Dios confía:
A cada golpe de la suerte impía
Palpita, corazón, con doble fuerza
"Que apoyado al timón espero el día."

Hoy cubre el horizonte denso velo
Y el pie de un hombre nuestras frentes huella
Mañana acaso en desnublado cielo
Súbito asome refulgente estrella
Que trueque en gozo nuestro amargo duelo.

Hoy á la par del brazo del patriota
Duerme el volcán que cauteloso hervía:
Pronto tal vez reviente en noche umbría:
Próxima esté la aurora ó bien remota
"Apoyado al timón espero el día."

El hambre aqueja al mísero proscrito;
Y aunque sn arada faz el llanto inunda,
Del cruel destierro en el jardín marchito
Busca una flor que espíritu le infunda
Y ahogue de su afán el hondo grito.

Al débil cuerpo la miseria postra
No al alma estóica que heroísmo cría:
Bello bajel de la esperanza mía,
Del hórrido huracán la furia arrostra
"Que apoyado al timón espero el día."

El alma del rebelde siempre alerta
Nutre en silencio su implacable salía,
Y alzarse audaz en negro club concierta,
Y el vuelo remontando á la montarla
Con ronco grito al déspota despierta.

Y el pueblo á combatir ardiente llama,
Y lánzase con bélica osadía
De la alma libertad por la ancha vía:
¡Salve, espíritu audaz! tu ardor me inflama
"Y apoyado al timón espero el día."

¿Qué importa que almas flacas no pudiendo
La carga soportar del ostracismo,
A desaliento femenil pediendo
Se hayan postrado al pie del despotismo
De nuevo al yugo la cerviz unciendo?

Su fe sostenga imperturbable el alma
Y en medio de sus lágrimas sonría:
Ore la tempestad ruja sombría,
Ora el iris de paz brille en la calma
"Apoyado al timón espero el día."

, ¡Pobre de aquel que al recorrer la ruta
Áspera que le marca el cruel destino
Del labio aparta la fatal cicuta
Y ceja en la mitad de su camino
Pálido el rostro, el alma irresoluta!

¡Oh pecho sin valor! mi fe te aliente
A cada arpón que el hado hostil me envía
Opone mi virtud su adarga fría:
¿No ves cual llevo sin temor la frente
"Y apoyado al timón espero el día?"

Para arrostrar del hado la aspereza
Tesoro es la virtud: con ella el hombre
Por medio de las breñas y maleza
Avanza con valor, sin que le asombre
La muerte amenazando su cabeza.

Ella del triste el ánimo levanta:
Si indigno error su paso descarría
Con luz del negro abismo lo desvía:
Signe mi escudo siendo, virtud santa,
"Que apoyado al timón espero el día."

Si espinas que añadir, hados tiranos,
Tenéis á mi corona de tormento,
Mi pecho descubrid, atad mis manos,
Y al corazón desnudo que os presento
Asestad vuestros dardos inhumanos.

Si fuerza es inventar uno tras otro
Martirios más horrendos todavía,
Vuestra cólera el alma desafía:
Llevadme al ara, preparad el potro
"Que apoyado al timón espero el día."

 


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