DOS MARTIRES


En la muerte prematura de los Patriotas Manuel Higinio Ramírez
y Pedro Angel Castellón


¿Más víctimas, Señor?... Ya por ventura
Premio en la tierra la virtud no alcanza,
Que así el rayo mortal tu mano lanza,
Y así destruyes, Dios, tu propia hechura?
¡Pues qué! ¿Ya el alma acrisolada y pura
Peso no tiene en tu íntegra balanza?
¿Perder ya debe el justo la esperanza
De obtener lauro santo allá en la altura!

¡Y empero la maldad triunfa y se engríe,
Arranca á la inocencia amargo llanto,
Y escupiendo sacrílega tu manto
Con mofa audaz de tu poder se :fe!...
¿Querrás que el hombre en tu bondad confíe
Y adore fiel tu dogma sacrosanto?
¿Y el réprobo en su error prosigue en tanto
Sin que en tus aras su flaqueza expíe?

¿Perdonas, Dios, al malo que te ofende
Y al bueno hieres con rigor extremo?
¡Alámbrame, Señor! Sé que blasfemo,
Mas mi pobre razón no te comprende.
El fanal de mi fé de nuevo enciende,
Que á oscuras va mi barca, roto el remo:
¿Qué mucho que zozobre, Dios Supremo,
Si tu diestra á salvarme no se extiende?

¡Ramírez!...¡Castellón!...El alma en vano
Do quiera os busca y os demanda al cielo,
Que su hondo, inmóvil y tupido velo
No alcanza á penetrar poder humano.
Marchito ya vuestro verdor lozano,
Mártires del honor, qué triste duelo
Debe vestir la patria sin consuelo
Llorando mustia vuestro fin temprano!

Con voces de perdón al patrio clima
El déspota sagaz quiso atraeros;
Mas antes que á sus pies envilecerme
Tuvisteis el honor en más estima.
Porque visteis del Cuzco en la alta cima
La sangre de los mártires primeros;
Y en vez de patria prefeiísteis fieros
Hundiros del destierro en la honda sima.

¡Bien hicisteis, por Dios! De vuestra fama
El límpido cristal nítido brilla,
Pues nunca encallecisteis la rodilla
Doblándola ante el vil que nos infama.
Ni ardiendo aleves en infanda llama
Vender pudisteis vuestra fe sencilla
Que nunca el varón noble se amancilla
Ni cual otro Julián perfidias trama.

El alma fuerte que en su fe persiste
Es cual la roca majestuosa y bella
Que al borde mismo de la mar descuella
Y el áspero huracán de espuma viste.
En vano el aquilón tenaz la embiste;
Que cuanto más infatigable en ella
El mar sus olas con furor estrella,
Más firme el choque, incólume resiste.

Esa roca inmortal es la constancia:
Ella del siervo las cadenas lima
Para que en dura es.lavitud no gima;
Subyuga el tiempo, vence la distancia,
Al proscrito acompaña en pobre estancia,
Conforta su virtud, sn pecho anima
Para que el hierro vengador esgrima
Y abata del tirano la arrogancia.

Nada empero os valió constancia tanta,
Nada esa heroica, indómita fiereza
De no rendir al yugo la cabeza.
¡Rendirla cuando al cielo se levanta!...
Nada aquesa virtud tan noble y santa
Mostrada del destierro en la aspereza,
Si al fin la muerte con feroz crudeza
En vuestra sien posó su helada planta!

Y viva en vuestras almas la esperanza
De ver á Cuba independiente un día
¡Qué amarga debió ser vuestra agonía
Esclava al verla, ¡opresal...en lontananza!
En ella un monstruo su poder afianza:
Mas presto acaso, enérgica y sombría,
Improviso retumbe en noche umbría
La voz de independencia y de venganza.

Cuando al fragor horrísono que forme
El trono del tirano en su caída,
Cuba hermosa y feliz con nueva vida
En república fuerte se trasforme;
Y del poder sobre el escombro informe
La enseña de los libres nos presida,
Y el pueblo en pos bajo tan santa egida
El código del déspota reforme.

Cuando al eco marcial de la victoria
Palpitéis de placer en la honda huesa,
Entonces ¡ay! vuestra virtud ilesa
Revivirá del bueno la memoria,
Porque el que muere en aras de la gloria,
Luchando por salvar la patria opresa,
Si al fin pierde la vida en la árdea empresa
Otra gana perínclita en la historia.

 


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