Mi Musa
Mi musa tiene acentos funerales,
y, al lado de las vírgenes piadosas,
en las viejas y oscuras catedrales
reza sobre las húmedas baldosas.
Penetra en el hogar del desvalido
y canta la canción de la alegría:
esa dulce canción, que no ha podido
aprendérsela entera todavía!
Mi musa oye la voz de las campanas,
piensa en el cielo y en que Dios existe,
y ama á las pensativas cortesanas
que dejan, al mirar, el alma triste.
Intima confidente del misterio,
con las nítidas alas entreabiertas
vaga por el callado cementerio,
rondando en torno de las cosas muertas.
y es vaga y es sutil cual las neblinas
que, con mano invisible y delicada,
cuelgan su velo azul sobre las ruinas
de una pobre mansión abandonada.
Ella conversa con el mar á solas,
y, del sol espiran te á los reflejos,
mira llegar á las inquietas olas
como amigas que vienen desde lejos.
Idolatra á los niños pensativos
que no conocen el sabor del beso,
y al verlos como pájaros cautivos
llora al sentirse el corazón opreso.
Su llanto corre cuando un ángel muere,
y allá en el templo, con gentil decoro,
escucha arrodillada el miserere
que hace temblar al órgano sonoro.
Mi musa vive entre las frescas rosas;
ella descansa al pie de los nogales
y sabe perseguir las mariposas
mejor que los traviesos colegiales.
A vida de los versos armoniosos
siempre será de la ternura esclava;
mi musa tiene amigos cariñosos
en la hermosa región escandinava.
Cuando mi helado cuerpo vacilante
inerte caiga sobre el duro suelo,
ella, abriendo sus alas, deslumbrante
irá á esperarme en la región del cielo!
|