Los Viejecitos


Con el alma en los ojos
se acariciaban,
y eran dos viejecitos
que se adoraban.

Viéndolos, tal parece
que él le decía:
-¡Si tú no me quisieras
Me moriría!

Con su arrugado rostro
de pergamino
donde hallaron los años
fácil camino;

con sus cabellos blancos
como la nieve,
y sus sonrisas tristes
y su voz breve;

van los dos viejecitos
por esos mundos,
paseando sus amores
ya moribundos.

Asidos dulcemente
van de las manos,
por las calles del pueblo
los dos ancianos.

Parecen unas momias
galvanizadas,
de las que no se sienten
ni las pisadas.

Caminan temblorosos
y paso á paso,
como el sol, cuando lento
marcha á su ocaso.

¿De qué hablarán de noche
cuando en el lecho
las sábanas extienden
sobre su pecho?

Recordarán la cita
que, inoportuna,
interrumpió de pronto
la casta luna;

recordarán sus besos
y sus amores,
y aquellas largas cartas
y aquellas flores;

recordarán la noche
feliz de bodas,
-que no fué de seguro
como son todas;-

y de tantos recuerdos
el dulce lazo,
sellarán cariñosos
con un abrazo.

¡Ay! No me cabe duda:
cuando ellos mueran
tal vez no habrá dos seres
que más se quieran.

Con el alma en los ojos
se acariciaban,
y eran dos viejecitos
que se adoraban! .....