La Luz


Debiera ser eterno el claro día:
para bien de la pobre humanidad,
el sol es la alegría
y un presente de Dios la claridad.

La luz que misteriosa se derrama
del mundo indiferente en la extensión,
parece que nos ama
y que nos aligera el corazón.

Ella indecisa con la aurora llega,
y acaso, por mandato celestial,
más su encanto despliega
en la hermosa estación primaveral.

Deslizándose trémula y curiosa
en los ocultos nidos, para ver
el ave cariñosa
que, al contemplarla, canta de placer.

En la flor, en el árbol y el rocío,
en las olas que van de otras en pos,
es como el atavío
con que sus obras embellece Dios.

No hay oculta mansión donde no acuda
y nadie sin dolor la vio pasar:
¡casta virgen desnuda
que se deja por todos adorar!

Pronto vendrá risueña la mañana
á rasgar de las sombras el capuz:
ya llegó, y mi ventana
de abrir acabo al ángel de la luz!