El Regreso
A Pedro Ossorio.
¡Mirad! Allá vienen
rotos y descalzos,
como unos mendigos
cubiertos de harapos,
los que ayer se marcharon contentos,
tenaces y firmes,
á luchar por su patria en los campos!
¡Ahí vienen! Algunos
enfermos y pálidos,
los ojos febriles
y secos los labios.
De la heróica legión faltan muchos
que yacen dormidos,
para siempre, allá abajo, allá abajo!
Esos que retornan
reciben al paso
cascadas de flores,
coronas y lauros.
Para verlos, mil jóvenes bellas
salieron del lecho
como sale la aurora, temprano!
Repican, repican
en el campanario:
¡qué azul está el cielo!
el aire ¡qué diáfano!
Se refleja el placer en los rostros
y en todas las almas
hay un mundo de amor y entusiasmo!
Durante el desfile
de nuestros soldados,
hay fiesta en la calle,
hay fiesta en los barrios;
¡y hasta el polvo parece orgulloso
mostrando la huella
que le imprime la hueste á su paso!
Esos combatientes,
que todos miramos,
para gloria nuestra
son nuestros hermanos.
Hambre y sed han sufrido en los montes,
y con sangre suya
abonados están nuestros campos!
Su lecho era el suelo,
su abrigo era un árbol;
la lluvia inclemente
cayendo, mojábalos .....
¡y la heróica legión sonreía,
pensando en la patria
por la cual se encontraba luchando!
Estaban muy lejos
del hogar amado;
lejos de la novia
de quien se apartaron,
como en noches de viento y borrasca,
de la playa amiga
mar adentro se alejan los barcos .....
¡Apenas dormían!
Nosotros, en tanto,
en cómodo lecho
seguros estábamos.
El instinto del pueblo es muy noble
cuando así festeja
á esos dignos y buenos muchachos!
¿Serán hoy felices
los pobres soldados
que el pueblo recibe
con música y cantos?
No lo son, porque piensan los pobres
en sus camaradas:
¡los que duermen por siempre, allá abajo!
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