El Deber

Al Dr. Juan Guiteras.

Escúchame, inocente campesino:
vuelve tus tristes ojos al camino
y con júbilo intenso ve pasar
al valeroso ejército cubano,
que quiere á su fatídico tirano
de una vez para siempre exterminar.

Deja inactivo el reluciente arado,
y ahora empuña del férvido soldado
á la vez el machete y el fusil;
y, sin asomo de temor ni miedo,
al déspota persigue con denuedo
y haz que salga la fiera del cubil.

Campesino inocente: cuando haya  guerra
no hace falta ninguna que la tierra
reciba de los hombres el sudor;
si la sangre á formar llegase un río,
á los ojos de Dios será un rocío
como no existe acaso otro mejor.

Entre lamentos, lágrimas y espanto
brota en toda región el árbol santo
de la augusta y bendita Libertad,
como en la noche misteriosa y bella
surge de pronto una lejana estrella
entre la pavorosa obscuridad.

Fíjate en nuestro ejército que avanza;
tus útiles aperos de labranza
déjalos donde quiera ...... ¡en un rincón!
y unido á tus valientes compatriotas,
ya verás, ya verás cuántas derrotas
ha de sufrir la bárbara opresión.

Cuando pongamos nuestra firme planta
del pérfido tirano en la garganta,
como se pone encima de un reptil,
cuando termine su misión la guerra,
vuelve á regar con tu sudor la tierra ......
¡y cuelga tu machete y tu fusil!

1896.