El Cabecilla


Clavado sobre la silla,
en su rápido corcel
á escape va el cabecilla:
el sol del trópico brilla,
sobre su tostada piel.

Le acompaña la legión
de sus animosos bravos:
hombres libres todos son,
y de ninguna nación
querrán nunca ser esclavos.

Súbito y en hora mala
se oye silbar una bala
que dá en el blanco certera.
¡Maldición! Dió en la bandera,
cual de un pájaro en el ala ....

De pronto cae un patriota
y sobre el suelo, rebota
rígido su cuerpo inerte,
en tanto que, gota á gota,
su preciosa sangre vierte.

¡Recio comienza el combate!
Siente el bruto el acicate,
cuerpo á cuerpo se pelea,
y el pecho de todos late
como un ave que aletea.

El cabecilla, ginete
ágil y diestro, arremete
al enemigo después,
y siempre que alza el machete
ve un cadáver á sus pies.

Rápido, con mano fiera,
á un soldado que le espera
de un golpe le deja manco ....
¡es aquel que á la bandera
antes eligió por blanco!....

A poco, á la desbandada,
huye la hueste enemiga
como fiera acobardada,
que aun teme que la persiga
del cazador la mirada.

Clavado sobre la silla
va á escape, va á la carrera,
el valiente cabecilla,
recibiendo en la mejilla
los besos de su bandera ....