¡Arre!
De dar vueltas en torno de la noria
no cesa el melancólico rocín,
recordando sus épocas de gloria,
cuando larga y sedosa era su crin,
Ya no corre cual antes, ya no vuela;
ya su rugosa y repugnante piel
no es sensible al contacto de la espuela,
ni tampoco al del látigo cruel.
Camina, como un tísico, despacio,
mientras que ayer, aligero y feliz,
devoraba frenético el espacio,
hollando de los campos el tapiz.
Escuálido, sin ímpetu, sin brío;
ya de la juventud perdió la fe,
y hoy lo abate una ráfaga de frío
y por milagro se sostiene en pie ....
Antes, obedeciendo al acicate,
buscaba de la pólvora el olor,
é inteligente y bello en el combate
las balas respetaban su valor.
Una noche al pasar por un sendero,
vió relucir el filo de un puñal;
lo llevaba al galope un caballero
y él le salvó la vida y el caudal.
No logró aventajado en la carrera
ningún otro magnífico corcel,
y un jockey no ha existido, que no fuera
su admirador, apasionado y fiel.
Bajo el fuego del cálido Verano,
su relincho de gozo era señal
al sentir el influjo soberano
de la pasión indómita brutal.
Mas hoy, al ver pasar una yeguada,
siente, sin duda, en su perenne spleen,
lo que debe sentir al ver su espada
el inválido y viejo paladín.
¡Pobre jamelgo ! Es mi dolor sincero,
porque á veces me formo la ilusión,
de que eres un inerme prisionero
condenado á medir su habitación.
Si yo quisiera, pronto cortaría
la cuerda que te oprime sin cesar;
mas temo que te mueras de alegría
y es más digno morirse de pesar! ....
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