Anoche ....
Se abrió la puerta por sí sola, y pude
verle que entraba silencioso y lívido;
ahogando un grito al contemplarle, dije:
-¡Es el mismo, es el mismo!
Aquella era su frente, aquellos ojos
eran los suyos, grandes y expresivos,
su sonrisa era aquella, melancólica
como la luz de un cirio.
No me dej6 mirarlo mucho tiempo,
porque desapareci6 sin hacer ruido,
cruzando, una por una, las estancias
del hogar en que vivo ....
Yo corrí presuroso á detenerlo ....
¡No estaba muerto, no, porque era el mismo!
¡Adiós! -con una mano me decía,
viéndome perseguirlo.
No andaba cual nosotros los mortales,
pues iba resbalando en el vacío,
con su misma figura idolatrada,
con sus propios vestidos ....
Quise entonces gritar y suplicarle
y desperté llorando como un niño ....
¡Pobres padres aquellos que soñando
al hijo muerto lo contemplan vivo
1900
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