Nueva York, Enero 16 de 1886
Señor Director de La Nación:
¡Qué lejos ya, hoy que estamos a 16 de enero, las cenas de nochebuena, las fiestas de primero de año, las curiosidades de la gente que quería ver de cerca en sus funciones de primera dama de la república a la profesora de cuarenta años que escribe desde la Casa Blanca sobre los mormones y Carlomagno!
Acá apenas se tiene tiempo para vivir. El cráneo es circo, y los pensamientos son caballos azotados. "La neurosis de París" dicen los diarios de Francia: ¡por qué no han venido a ver esta otra neurosis! Nadie se duerme, nadie se despierta, nadie está sentado: todo es galope, escape, asalto, estrepitosa caída, eminente triunfo. Es una procesión de ojos sedientos, montados sobre piernas aladas,-las piernas de Mercurio.
Van los unos tras los otros, como persiguiéndose, alcanzándose, abatiéndose.
La médula se retuerce, y encoge como un cuero húmedo puesto al sol: el alma se va del cuerpo como de un pomo roto las gotas de esencia.
Parece que de dentro clama algo, como una flor fénix despedazada bajo los cascos de caballos furiosos, que entre las pezuñas mismas que la aturden, levantase sin cesar sus pétalos maltratados para cumplir su deber de flor, de enseñar su hermosura y dar aroma.
Camino de poesía va esto; pero ¿quién entra en tareas queridas por primera vez en el año, sin sentir que, aun hablando de las querellas del Congreso con el presidente, de las contiendas de los que quieren acuñar más pesos de plata y los que no lo quieren, de las batallas de los dueños de ferrocarriles y de sus empleados, no sienta que le nacen a su pluma alas de mariposa?
Acá apenas se tiene tiempo para echar los ojos por sobre todo lo que pasa.
En lo artístico, apenas hay una tentativa de crear ópera americana, con partitura de Goetz, sopranos de Berlin, tenor de Rusia, bajo inglés, y bailarina de Boston: y una traducción de la finísima comedia de Moreto "El desdén con el desdén" que en inglés representa, con una flexibilidad de florete, una actriz fea y admirable, la polaca Modjeska: confusión de nacionalidades que no asombra a quien ha visto llegar a su mesa, entre las publicaciones oficiales de año nuevo el mensaje del gobernador de Tejas, impreso a la vez en inglés, en alemán, en castellano y en bohemio.
En arte, apenas hay eso.
Pero en lo social ¡cómo va creciendo, a manera de conquistador, la asociación de los Caballeros del Trabajo, que manda ya en una suma enorme de los trabajadores de los Estados Unidos, y es representante, y es gobernador, y es ministro, y gana batallas a los monopolios, y puede, si lo decide su consejo supremo secreto, hacer cesar a una misma hora el trabajo en Estados enteros!
Y en lo político -¡qué avalancha de sucesos importantes! El Congreso que se abre, el Presidente que le da cuenta en un mensaje detallado de los errores que ve y los remedios que intenta, las Secretarías de la Presidencia que publican informes profundos sobre los .ramos del gobierno, el Senado que quiere obligar a Cleveland a que confiese que él también ha dado puestos públicos en pago de servicios de partido, el Congreso en que todavía no se ha entablado francamente la batalla de los demócratas que insisten en la distribución de los empleos nacionales entre los miembros del partido victorioso, y los otros demócratas: ¡los caballeros de la democracia, que ayudan a Cleveland en su propósito de limpiar la política nacional de estos perros hambrientos! ¿No es mala vergüenza andar lamiendo manos, con tamaña barba y un par de manos fuertes, para alcanzar un sueldecillo de limosna, cuando se tiene a poco andar tanto campo nuevo, tanto animal de cría, tanta manera de vivir honradamente?
Y ¡cuántas sugestiones útiles en los documentos oficiales, y en los comentarios de los periódicos sobre ellos! Da tristeza ver tanto a la mano, y agonía de no poder abarcarlo de una vez.
Cada mensaje, cada informe de secretario, ha sido este año un tratado de política viva, no de esa política de sistema, política de cátedra, política de pie de dama china, política metafísica, sino esa otra manera sabia de equilibrar los elementos nacionales, ¡yendo por medio de la mayor justicia posible a la justicia cabal y absoluta!
Este año los secretarios son nuevos y ya por dar cada uno buena muestra de sí, ya por revelar la originalidad necesaria de un gobierno nacional, ya por informar a la nación del estado en que el partido contrario dejó las cosas públicas, y de la sencilla cordura con que el gabinete se ha puesto a enmendarlas, ello es que no hay historia más elocuente, ni novela más amena, ni lección de gobierno más práctica que la lectura de los informes de los Secretarios y la del mensaje, en que el Presidente los compendia, y expone al Congreso sus propias miras.
Todo el mundo habrá leído ya en Buenos Aires el mensaje del Presidente.
El no favorece la política de irse entrando, so pretexto de abrir canales, en tierra extranjera.
El no opina que, porque una monarquía europea quiere agasajar a otra, se merme el derecho de los Estados Unidos a nombrar para representantes en las cortes de Europa a caballeros honrados, conforme al tipo norteamericano de caballería: levita cruzada, bigote raso, perspicacia aguileña, silencio sabio, costumbres claras, ardor en la tolerancia, ideas nuevas.
El no cree que, cuando hay 200.000,000 ociosos de pesos en plata en el tesoro, por los cuales ha tenido el gobierno que pagar en oro, deba seguir dando oro vivo en cambio de más millones de monedas de plata muertas, que van valiendo menos mientras más va habiendo; y más se teme, como se teme ahora, que la moneda de plata sea desechada como tipo principal por algunos de los países que la consumían.
El no quiere que, ya que fue históricamente necesario arrebatar poco a poco a los indios nativos sus tierras que adoran, se agrave aún este hurto necesario maltratando y corrompiendo a los indios desposeídos, capaces en algunos lugares de mantener escuelas superiores y celebrar congresos, so pretexto de que allá por Arizona, donde la justicia india se ha hecho crimen, arrasen ranchos y quemen mujeres unos diez apaches fugitivos.
El no opina que, puesto que el país no quiere chinos, deban traerse más mientras no lo quiera; pero opina que los chinos que vinieron bajo la garantía de las leyes anteriores, deben ser protegidos por las leyes con toda energía contra los inmigrantes europeos del oeste que los envidian por su sobriedad, les temen por su inteligencia, y les odian porque están siempre prontos a trabajar por menor precio que ellos.
El juzga que de todos los proyectos de tránsito entre los dos océanos, el canal de Tehuantepec será el mejor, por más barato, porque no envuelve tutela política por parte de los Estados Unidos y, acaso, aunque esto no lo dice el mensaje, porque a un americano genuino ha de parecerle especialmente bien, eso de llevar por sobre la tierra los buques a lomo de ferrocarril.
El mantiene la necesidad urgente de construir una armada comparable a los intereses- de la nación y al poder. de los países que pudieran atacarla: "la nación que no puede resistir un ataque-dice--está constantemente expuesta a él".
El cree que si sobra dinero en el erario después de cubiertos los gastos públicos, no debe guardarse este caudal en caja sirviendo de tentación a agiotistas que andan a caza de dineros fáciles y gobiernos desprovistos, sino que el sobrante debe rebajarse de los derechos de arancel en el año siguiente, para ir así abaratando, con el menor precio de los artículos importados, el costo general de la vida, y para ir poco a poco habituando a las industrias americanas a rebajar sus gastos de producción para poder un día elaborar a los bajos precios a que se elaboran los artículos de industria en Inglaterra, Francia y Alemania, que es el único medio de asegurarse una existencia industrial legítima y duradera.
El sostiene que el gobierno democrático de los Estados Unidos, con el mismo prestigio del hombre, corre peligro, si no se pone coto al vicio norteamericano de tratar la política no como santuario, sino como una profesión, como un tráfico, como un trade, en que se coligan para dirigir en su provecho los asuntos públicos todos aquellos abundantes y voluminosos holgazanes que no tienen valor, conocimientos o vergüenza suficientes para ganar su pan en un trabajo duro y honrado: la política es el deber de todo el mundo, y el derecho de todo el mundo, y el amarla es señal de nobleza y el abandonarla es señal de innobleza; pero no debe servir de máscara a los perezosos, de pretexto a los ladrones, ni de mercadería a nadie: la política es la ocupación natural de toda mente elevada y generosa, pero no debe servir de banquete a los augures, ni de despensa a los bribones, ni de tentación a los débiles que por seguir sus caminos, en apariencia fáciles, abandonan los trabajos llanos y fecundos que conquistan un bienestar y dignidad durables: no envidia a un rey el que se ha hecho a sí mismo, y mira y obra como si llevara corona: por eso los pueblos de hombres prósperos y laboriosos son los únicos verdaderamente libres.
El Presidente cree que es una villanía que en un pueblo como los Estados Unidos, vivan aún los mormones seguros en su hogares bárbaros.
Vibran y duelen las frases del mensaje en que el presidente condena
la poligamia; por lo que pasa aquí como cierto que esta parte del mensaje no es suya, sino de su hermana, de su apasionada . y dogmática hermana, que maneja su lengua a lo Carlyle, a modo de quimera de mirada encendida.
Y se ha dicho y redicho esto de la hermana: pero no parece que el público en junto lo haya tomado a mal, aunque fuese verdad.
También en tiempo de Jackson puso mano en los papeles de Estado Miss Eaton: también dejaron la pluma a sus mujeres, a la hora del mensaje, Madison y Adams. Pero esa colaboración, aun cuando parece
verdadera, ni se extiende al mensaje en lo que no es de incumbencia femenil, ni le quita el carácter de personalidad e independencia que en todo él se trasluce. Ni provoca ni halaga enemigos. Como ve las cosas las dice.
Sabe que la mayoría democrática rechaza su campaña de purificación del servicio público, y suspensión del cuño de la plata,---y su primer acto en el Congreso dominado por la mayoría es explicar sin alarde y sin tibieza, las razones por que insiste en la reforma del servicio público, y en la suspensión del cuño.
Todo el mensaje es como el Presidente: prudente, de una pieza, inspirado en ese noble valor que prefiere caer con la honradez desatendida que prosperar por la complicidad con los que atentan ,a ella.
JOSÉ MARTÍ
La Nación. Buenos Aires, 17 de febrero de 1886