Nueva York, Abril 24 de 1885
Señor Director de La Nación:
A la batalla de los Presidentes volvemos ahora, que así se llama el libro en que corren expuestas las razones por que Harvard, repitiendo, y no con menor riesgo, la hazaña de Tomás Moro en los tiempos escolásticos. va reemplazando la mera educación literaria, útil sólo, cuando es exclusiva, a los maestros de bellas artes, por aquella otra más eficaz y sensata, que a la par que afina con el conocimiento de las mejores obras del espíritu las tendencias ásperas de la naturaleza del educando, le prepara, con el estudio de las fuerzas corrientes y el modo de aprovecharlas, a vivir de propio derecho, y no por merced de la tradición y a su sombra, en países en que la tradición no importa, o importa menos que en cualquier otro, y todos corren, y el que no corre queda bajo los pies de los demás o se levanta detrás de ellos, oscurecido y empolvado. Ya los sacerdotes no tienen tan seguro empleo; ya los abogados defienden sus pleitos ante los jurados, que no conocen de latines, sino de hechos; ya el periodista ha de abarcar, si quiere poner bien su nombre, no solamente aquellos truismos escolásticos, amartillados en el yunque latino, y dispuestos con provincial prosopopeya, que bastaban antes, con algún tintillo de cosas extranjeras, pare dar a un escritor fama de lucero de la prensa; sino la moderna vida múltiple, en todas sus formas, como ruge en las fraguas, como se transforma en el comercio y viaja, como se ¡deifica en la literatura y en la política, como se sublima y colorea en las artes. El periodista ha de saber, desde la nube hasta el microbio. A Omar Khayyam y a Pasteur. La literatura del espíritu y la de la materia. Ambas ha de enseñar, si quiere dar buenos hombres de ideas, o preparar bien a los hombres de actos, el colegio moderno.
De disciplinarse tiene la mente, y de ejercitarse; mas no en la repetición de reglas muertas para idiomas que no se hablan; sino en el estudio minucioso de los organismos naturales, que no son menos lógicos que los de las lenguas, y se les parecen,-y en el de estos idiomas de ahora, que a la par que sirven de gimnasia a la inteligencia, y la enseñan a refrenarse. agrupar, depender, e ir por cauces, cosas todas que ha su gran menester la inteligencia humana, la dejan en aptitud de asimilarse los resultados eminentes y actuales de la labor de los hombres en los pueblos en que se hablan las lenguas modernas,-ventajas que no tiene el que sin más estímulo que e1 del goce de la belleza literaria, que a muy pocos es dado, adquiere imperfectamente a disgusto una lengua en que siglos atrás han dejado ya de vivir y trabajar los hombres.
Bienvenido ha sido, pues, y merece serlo, esta decisión de Harvard de ir acercando a la vida la educación universitaria, y poniendo a los alumnos comunes más cerca del alemán y francés que del latín y griego, sin cerrar por eso,-que esto jamás debe hacerse,-a los que sientan afición irrevocable por las letras, o a los que quieran conocer con más fijeza las fuentes del idioma que hablan, aquellas cátedras de lenguas y literaturas antiguas, donde se coge como la flor del espíritu nacida al calor de un cielo azul, en bandejas de plata.
Suena a hoz nueva sobre espiga primeriza, esa brillante lengua antigua. Es como núcleo y jugo. Da olor de yerba fresca. Asomarse a un poema viejo, es como asomarse al Paraíso. Adán anda desnudo; la serpiente ventrea; se despierta Eva. Todo es raizal, troncal, floral. Circula un aire esencial y penetrante. Parece que se caen capas del cuerpo. Es como una radiosa Primavera. Tales gozos son muy dulces al alma, y a las privilegiadas sobre todo; mas, fuera de aquellas escasas personas de irrevocable fuerza literaria a quienes esa enseñanza provee de la grande y sólida forma que han de revestir, para que duren e influyan, los pensamientos, tal espíritu en el colegio, por lo mismo que saca la mente de las esferas usuales a otras más elevadas y deleitosas, no sólo lo aleja de !a posibilidad de batallar con éxito en aquellas que por su educación desconoce, aunque de su educación ha de entrar, de súbito y de lleno, a batallar en ellas; sino que dispone el espíritu a los agudos sufrimientos que produce el choque incesante de una mente purificada y engrandecida por el trato y amor de los grandes ideólogos, con los intereses apasionados y fuerzas egoístas e incontrastables cuya lidia permanente, y en apariencia odiosa, constituye la vida verdadera.
De hoy, pues, en adelante, el Colegio de Harvard, que va siempre en su disposición a aceptar lo nuevo un poco adelante del de Yale, abre sus costados con mayor largueza a la vida moderna; deja a la opción de sus colegiales el estudio profundo de las lenguas y literatura antiguas, que sólo exige para la carrera exclusivamente literaria; y su Fío. tema general establece el principio de libertad de los alumnos para escoger, dentro del plan y orden del establecimiento, aquellas asignaturas que por sus tendencias más les atraigan, o por sus proyectos para su futura ocupación más necesitan. De esta manera, al saltar a la lid por la existencia, lid impregnable de espíritu animal, avariento e implacable, no se verán los alumnos de Harvard, codo a codo en la labor diaria con los hijos de la naturaleza y del trabajo. como aquellos pecheros obligados en los juicios de Dios del tiempo añejo a pelear con un palo y a pie contra el señor montado a caballo, y armados, caballo y él, de todas armas.
Sucesos políticos, fuera de la continuación y menudeo de aquellos ya estudiados en cartas anteriores, no los ha habido en estos días prominentes. Que las facciones de los demócratas riñen, ganosa cada una de quedar con mayor influjo en la Administración de Cleveland, y éste, sin cejar de su programa, acá nombrando a un republicano. allá a un demócrata inesperado, las va, descontentándolas por igual, manteniendo sin razón para creerse una ni otra postergadas. Que ,desde su hermosa casa a orillas del río Hudson, llena de ricos manuscritos históricos y cuadros notables, mantiene Tilden, con sus sagaces consejos e influjo en su partido. la energía de Cleveland, que no lleva, a lo que parece. camino de quebrantarse. Que los senadores republicanos se negaron a confirmar el nombramiento de un general confederado para una Legación en Europa. so pretexto de que no hay ley que haya devuelto a los confederados su representación política, contra cuyo voto del Senado mantiene Cleveland su nombramiento, y el general va a Europa. Que después de elegido un Mr. Kelly para Ministro en Italia, resulta, que años atrás, cuando el ejército único ocupó a Roma, este Mr. Kelly tachó de crimen el suceso. y a Víctor Manuel de criminal, lo que desenterró aquí la prensa, que es un vigía que lo desentierra todo, y Mr. Kelly, avisado de que era probable, como en cartas de Italia se dejaba ver, que el Rey Humberto no lo recibiría, creyó bien, a petición acaso de este Gobierno, presentar su renuncia.
Que son tantas las peticiones que se presentan a la Comisión de exámenes de empleados de Gobierno, para alcanzar en concurso puesto de turno en las listas a donde por la ley nueva ha de ir el Gobierno a proveer ciertos empleos, que la Comisión de exámenes ha tenido que declarar que el número de solicitantes excede ya con mucho al que racionalmente puede ser en mucho tiempo empleado, lo cual anuncia, tanto para contener la demanda por exámenes, como para evitar el mantenimiento de esperanzas inútiles. Que como la guerra probable entre Inglaterra y Rusia haría peligrosa para la marina mercante la bandera inglesa, sería muy aconsejable reunir en sesión extraordinaria a la Casa de Representantes hoy en receso, para que revocase la torpe ley que prohíbe que un buque no construido en los Estados Unidos lleve bandera americana, abriendo así con esta revocación, oportunidad a que la marina mercante inglesa se acoja al pabellón neutral americano, y recobren los Estados Unidos la preponderancia naval perdida, por proteger a unos navieros que sólo a precios enormes han llegado a hacer buques buenos. Que los negros del Sur, afiliados hasta hoy como a sus defensores naturales a los republicanos contra los demócratas que miraban como a sus enemigos, por haber sido siempre demócratas los Estados del Sur que mantuvieron los esclavos; declaran hoy, por boca de su caudillo, el pujante orador mulato Federico Douglas, que el gobierno de Cleveland les merece cariño y confianza; y un Congreso entero, de ciento cincuenta sacerdotes de color, que representan a trescientos mil negros. va en cuerpo a la Casa Blanca, con el obispo a la cabeza; y dice a Cleveland un largo discurso congratulatorio, en que le asegura de la buena voluntad y afectuosa sorpresa con que han recibido los actos del gobierno su raza; después de cuyo discurso, en fila india, de a uno en fondo, pasaron como en la Casa Blanca exclusos, los ciento cincuenta sacerdotes por frente de Cleveland, deteniéndose cada uno, sin hablar, el tiempo necesario para que el Presidente le estrechase la mano.
JOSÉ MARTÍ
La Nación. Buenos Aires, 14 de junio de 1885