0 porque fracasaron ellos en esta tentativa o la otra de guerra en Cuba, en el tiempo de nuestras niñeces; o porque no quieren contribuir al sacrificio común de que se aprovecharán después, y se dan aires de censores de los demás y de gente que no cree, para no tener que cumplir con su parte de obligación; o porque andan en negocios con Cuba, y la guerra nueva les vendría a trastornar el negocio; o porque el Gobierno español en Cuba paga bien los servicios indirectos, y no hay espía tan útil como el que descorazona al enemigo,-ello es que cada anuncio de autonomía en Cuba, como el de la reforma infeliz de las elecciones, halla su eco por la emigración en esta esquina oscura o aquella mesa de café, y no bien sale la noticia de la mar, cuando ya da algún agorero por extinta la revolución, y afirma que en Cuba "pasó ya la ola", y le corta la mortaja al Partido Revolucionario,-que crece, que desdeña, que junta, que sabe, que calla. Lo que importa no es denunciar por las calles las expediciones ni poner en riesgo valiosas cabezas, por cerrar la boca a un avieso que dice que "en Cuba no hay nada", o a uno que ignora de buena fe, y cree que nada es, porque él no lo sabe: ¡lo que importa es hacer, y no que se diga que hagamos! Y de este silencio prudente saca ventaja uno u otro tibio, o negociante, o desconocedor, o polizonte, para decir, entre la gente de poco saber, que "ahora sí que con este Consejo que es casi la autonomía, se viene la revolución abajo".
Pues no ha pasado una semana, y ya se sabe lo que es la novedad del Consejo. Ya ha dicho el cable que "se ha dado a la idea en Cuba un alcance que nunca ha tenido"; que de lo que se ha tratado únicamente es de "asimilar a Cuba, reduciendo seis diputaciones, a las, demás provincias de España, que sólo tienen una"; que el ministro de Madrid "se ha inspirado para el plan del Consejo en las ideas de La Unión Constitucional", el periódico español que ha echado a volar estos días la campana de sangre a la noticia de la muerte probable del Casino; que esta novedad del Consejo no es más que lo que se puede ver en Puerto Rico, adonde fue esta reforma hace veinticuatro años, y por el polvo y agonía de Puerto Rico hoy puede verse lo que Cuba, en veinticuatro años por venir ganaría con la reforma.-¡A un lado, a un lado de veras los que intenten, con ridículas esperanzas, o con fingido conocimiento de lo que sucede en Cuba, extirpar en los demás la fe del patriotismo, para no verse obligados a cumplir con su obligaciones! Los tibios a un lado, -y los polizontes. ¡Es mucha la policía! Se entra por las venas: se la bebe en el vaso de agua: se aparece en traje de viajero desinteresado, que viene "a buscar trabajo", o "a ver a la familia": se sienta a la mesa, con nombre de amigo; se acuesta en nuestra almohada.
¡Ah! y una nueva más: que el ministro Maura nunca propondría la reforma del Consejo "sin oír a los diputados de Cuba". Lo cual es de clarar que estará, como es natural, en las cosas de Cuba a la opinión del país, y como ésta le va al gobierno madrileño por la diputación, de gran mayoría española, resultará que la reforma, cualquiera que ella fuese, sería-y debe ser- conforme al consejo de la mayoría. Y todo es el disfraz y el engaño de siempre; pero el gobierno gana así, mientras la esperanza dura, unos cuantos meses de ventaja; y hay tiempo y ocasión para regar por entre los emigrados unos cuantos agentes, a que debiliten, en una que otra choquezuela, el alma creciente e invencible de la revolución.
Patria, 16 de abril de 1493