Es hermoso ver luchar a un hombre honrado; verlo padecer, puesto que del espectáculo de su dolor, se sacan fuerzas para oponerse a la maldad; verlo alzarse triunfante, con la cara al sol, de todas las cruces del camino; verlo defender sin paga, y a costa de su sangre, y de la medicina de sus hijos, y del zapato de sus nietos, una idea que sólo vencerá cuando su defensor, a la caída del monte, vea ya los resplandores bienvenidos de la tumba. Enciende en fuerza y amor el espectáculo de estos hombres invencibles. José Dolores Poyo es así: su diario, cuando todo estaba cayéndose en Key West, y las casas desiertas eran como los árboles, sombríos y mudos, de los cementerios, y se mudaba o trastornaba todo, cesó de publicarse, mientras viajaba por los pueblos nuevos de la Florida el decoroso peregrino. Pero ya ha vuelto a su arenal constante, y del vapor salió a la imprenta vieja y amada, a abrir las puertas a toda la luz. Él, en la mesa estrecha, vuelve a escribir sus castigos y desdenes, sus prudencias y tristezas, su lengua precisa y real: él, si se le enterita el compañero, del editorial al anuncio hará el periódico, sin que se le cansen los años juveniles, porque de él puede decirse lo que el cronista Juan de Castellanos dijo de los conquistadores de Colombia, de aquellos ciento sesenta y seis que jamás hubieran entrado en América sino por las divisiones entre el zipa y el zaque:
No comían guisados con canela, ni confites, ni dulces canelones: su más cierto dormir era la vela, las duras armas eran sus colchones.
Él, si el prensista fila, porque la idea de honor no deje de salir a su hora, porque la sentencia diaria no deje de caer sobre el crimen diario, porque el tesón desinteresado no deje un solo día de afear su conducta a la indiferencia desvergonzada o calumniosa, él con sus manos de escritor singular-hará de prensista. A veces, en verdad, parece que brota luz de los hombres.
óiganse ahora las nobles palabras con que, en dos de sus primeros artículos, reanuda el diario cubano sus tareas:1
Patria, 15 de septiembre de 1894
1.- A continuación se reproduce un trabajo titulado: Ordenen; obedecemos.