Volvemos a llamar la atención sobre el concierto de hoy.
White no es ya desconocido para el público: algunas semanas hace tradujimos su biografía del francés, y le dimos lugar preferentemente en nuestras columnas: "El Federalista" acaba de traducirla ahora: por ella se ve bien que es una eminencia artística lo que va a presentaras esta noche en el Nacional al público de México.
Entre las piezas que anuncia, la pieza de concierto `Styriennes" y el "Carnaval de Venecia" del mismo White, le dan campo vasto para lucir su portentosa ejecución.
El sentimiento de arte no puede estar muerto en nuestro público, ni es además posible que el artista afamado que ha visto llenos a su presencia los primeros salones de Europa, lleve una impresión de tibieza de la tierra mexicana.
Esperamos que esta noche sea una verdadera fiesta para el. Teatro Nacional.
Revista Universal, 23 de mayo de 1875
Hay una lengua espléndida, que vibra en las cuerdas de la melodía y se habla con los movimientos del corazón: es como una promesa de ventura, como una vislumbre de certeza, como prenda de claridad y plenitud. El color tiene límites: la palabra, labios: la música, cielo. Lo verdadero es lo que no termina: y la música está perpetuamente palpitando en el espacio.
Hay una lengua común, muy suavemente simpática, que deja en los oídos dulzuras que van a ensanchar y a ennoblecer el corazón: la música se oye, la alegría se enciende, los ojos se enamoran: no hay pecho que no crezca y se dilate: no hay sentimiento en el espíritu que no murmure delicias y amor.
La música es la más bella forma de lo bello:-arrullar, adormecer, exaltar, gemir, llorar: el alma que se pliega a un arco: el oído que se subyuga, se extasía, se encadena: este pobre ser; germen dormido, de súbito sacudido y despertado: esta revelación de lo más puro entre las lobregueces de la vida: esta garantía de lo eterno prometida al espíritu ansioso en el nombre augusto de lo bello:-tanto es esa lengua arrobadora, madre de bellezas, seno de ternuras, vaga como los sueños de las almas, gratísima y suave como un murmullo de libertad y redención.
La música es el hombre escapado de sí mismo: es el ansia de lo ilímite surgido de lo limitado y de lo estrecho: es la armonía necesaria, anuncio de la armonía constante y venidera.
Aquí la música se siente: hay otro mundo en que la música se habla.
Todo átomo se suspende: toda atención se embarga y' se conmueve: así se oye en las mujeres el murmullo de un te amo, en las playas loo besos de las ondas, en mi espíritu las promesas ruborosas que embellecen el día perpetuo de sus desposorios con la eternidad.
Lo que se piensa es mezquino: lo que se revela es sumo y armónico: se rompe la voluntad en el cerebro: sonríe y se adormece en los espacios inefables de la música.
¡Oh! patria de mi alma: en ti las palmas besan a las brisas, y el aire sabe la manera de conmoverse y de llorar: cuentan las cañas amores a las orillas mansas de los ríos: aman las vírgenes cubanas trémulas de castísima pasión;-¡oh. patria de mi vida! yo sé cómo palpita la armonía en tus campos de oro de maíz; yo sé cómo murmura en tus naranjos el crepúsculo bullicioso y sonriente: yo sé cómo se extiende sobre tus ceibas la tarde meditabunda y quejumbrosa;-¡oh, patria de mi amor!, ¡tú eres bendita al través del alejamiento y la amargura; tú me mandas amores y promesas en el alma de uno de tus hijos: tú me mandas un canto de esperanza en una inspirada criatura, engendrada entre tus suspiros y tus lágrimas, calentada al fuego de mi Sol!
¡Patria, alma mía! ¡roa la infamia el instante en que todo mi triste corazón no esté adorando en ti! í0h! Crónica: no cabe crítica de los poetas, ni crónica de lo que con. mueve nuestro ser.
White no toca,-subyuga: las notas resbalan en sus cuerdas, se quejan, se deslizan, lloran: suenan una tras otra como sonarían perlas cayendo.
Ora es un suspiro prolongado que convida a cerrar los ojos para oír, -ora es un gemido fiero que despierta el oído aletargado: en el "Carnaval de Venecia", las notas ya no gimen ni resbalan,--salpican, saltan, brotan: allí encadenan voluntad y admiración.
No hay un ruido bronco: no hay una nota aguda ni desapacible: allí están armónicamente entendidos, atrevidamente opuestos todos los secretos del sonido; todo lo débil de lo tenue, y todo lo solemne de lo enérgico; murmuríos de notas suaves, que arrancan bravos unánimes al auditorio suspenso y dominado.
Aquel violín se queja, se entusiasma, regaña. llora: ¡con qué lamentos gime! ¡con qué dolor tan hondo se desespera y estremece!
Horas inolvidables y brevísimas son las horas que se pasan a su lado: se halla el alma a sí misma: con verse allí tan bella se perdona su mísera estrechez.
White era saludado con salvas vivisimas de aplausos. El público es movía con los movimientos de su arco poderoso: no parece un instrumento que obedece: antes una soberbia voluntad que cautiva.-domina y manda.
Momentos hay en que su arco, no corre sobre el violín: se irrita con él, lo hiere, lo enajena, lo arrastra y lo esclaviza con una irresistible voluntad. Precipita. confunde, mezcla, rueda sobre las cuerdas docilísimas, corrientes de notas. jamás vi yo triunfo tan completo del hombre sobre las dificultades de la armonía.
Cuanto quepa de alabanza, White, lo merece. Cuanto de arte quepa, White lo tiene. Cuanto de ardiente inspiración viva en un hombre, vive en aquellas cuerdas cautivadoras y suaves, ya enérgicas como la ira. ya tenues como la música de amor. Suspiros agitados: ¡cuántas veces son esto las notas dulcísimas de White!
Hijo es él de aquella tierra en que el crepúsculo solloza: en que los cañaverales gemebundos besan perennemente con su sombra las clarísimas aguas de los ríos; hijo es de mi patria muy amada. donde las pencas de las palmas,-regiamente inclinadas a la tierra como el pe. nacho de la india querida de la hermosa llanura americana.-pueblan las horas de la tarde con un rumor doliente y misterioso. varo- como el lamento de almas idas que vuelven a la tierra en que vivieron, en busca de sus abandonados y huérfanos amores.
White tiene en su genio toda la poesía de aquella tierra perpetuamente enamorada, todo el fuego de aquel sol vivísimo, toda la ternura de aquellos espíritus partidos, cariñosamente vueltos a buscar entre las' palmas a los que les fueron en la tierra espíritus amados.
Yo honro en él a la vigorosa inspiración, y la ternura y la riqueza de mi tierra queridísima cubana. El debe el genio al alma, y el alma al fuego que la incendió y la calentó.
Horas fueron para mí de regocijo y entusiasmo las que pasé conmovido con su arco: páginas sean éstas de gratitud y afecto para él: yo me siento orgulloso con que mi patria sea la patria de este artista perfecto y eminente.
Revista Universal, México, 25 de mayo de 1875.
El público no necesita que se le recuerde que hoy da su segundo concierto el gran artista.
A petición de un gran número de personas, vuelve a tocar "Roberto" y el "Carnaval de Venecia".
Tocará además Julio Ituarte, como él sabe tocar; León, el buen pianista Michel, Sauvinet: cantará, y cantará bien de seguro, la señorita Gourief-; el concierto va a ser, en fin, una solemnidad musical, más memorable aún que la primera noche en que el gran violinista cubano se presentó al público de México.
Revista Universal, México 30 de mayo de 1875