Rodeada de sus hijos, tímida aún, lo mismo que una novia, cesó en la vida de este mundo, que no es más que ensayo y trance, una de las criaturas más delicadas y sinceras, más mansas y piadosas, que hayan nacido de la riqueza sin soberbia en la tierra de Cuba: Antonia Alfonso de Peoli. Ya está en la bóveda aguardando al esposo, hoy enterrado en Cuba, para seguir juntos en la muerte el camino que con amor ejemplar anduvieron juntos en la vida. Se le murió hace un año el esposo amado: y se ha muerto ella. Los Alfonso, los Peoli, los Baralt, los Guitaras ceñirán con el crespón el brazo de sus hijos. Patria dará a la santa muerta más largo adiós.
Quien más nos obliga es quien nos quiere a los nuestros, quien pone una almohada bajo la cabeza de nuestro enfermo infeliz, quien lleva la medicina de la amistad a un alma enferma de nuestra tierra, sola en el pueblo extraño, en la fatiga inútil de la fama, en la amarga busca del asiento y gloria que la tierra propia niega. De Augusto de Armas, que crece después de muerto, hablaba a Patria el otro día quien lo vio muy de cerca en París, menos desatendido de lo que la piedad póstuma cuenta, y muy querido de Sully Prudhomme, y de Marco Aurelio Soto, el centroamericano amigo, y de su hermano el poeta, del estudioso y fino Máximo. Ellos e1 médico, ellos la medicina, ellos la larga visita, ellos el cuidado fraternal.. Sean queridos, porque nos amaron al artista en la hora de la soledad, y porque las fuerzas que da al hombre cada razón nueva de querer son la mejor defensa contra el mortal dolor de ver al hombre capaz del asesinato de almas, y de sagradas ideas; y de la traición aborrecible.-De Armas hablaba Patria por el soneto suyo gallardo que publicó, en México, en el francés original, La Revista Azul, de Nájera, y vertido al vuelo dice así:
No: el sonido no es todo. Algo puede más que él. Cuando para rimar con "destinos", apostáis, fuera de propósito "asesinos", de oído alerta, daga en puño, husmeando el crimen.
Está bien. Os mostráis perfectos esgrimidores, hábiles el quite, cual buenos maestros de espada. Pero ¿a eso vais a limitar todos vuestros designios? ¿Vais a creer que todo está hecho cuando se ha hecho la rima?
No. El verso sublime es una armadura' de rey. Para que can su aspecto sólo inspire espanto, para que su vista aterre y su empuje derribe.
Es preciso que la adarga ciña un braca fuerte y veloz, que el casco espléndido se amolde e una frente, quo lata un corazón debajo de la coraza.
Se celebra la flor, y no la raíz profunda, ni la tierra buena que la da, hecha grano a grano y abonada con huesos. Se ve la gloria, y el mundo mira más a quien la encabeza y aprovecha que a quien en e1 muslo atravesado y el alma alegre, se vuelve después de la campaña al hogar oscuro, o pasa como Canuto Guerra, por la muerte, y vuelve, sin cansancio ni ira, a la mesa de trabajo de que se levantó para ir a morir por la felicidad del hombre, que es infeliz en su patria:-patria no es más que eso, la pasión del decoro y ventura del hombre: república no es más que eso,-el deseo ardiente, e irrepresible en las almas excelsas, de ver al hombre dichoso y libre. A Canuto Guerra, que ya mudó de mundo, no se le aflojó jamás en esa defensa el corazón, ni vio él en el trabajo, que es la majestad mejor, la envidia y deseo ruin de emanciparse de él, que en su augusta obligación ven los hombres incapaces de entenderle la paz y dignidad al oficio diario y cruento. Porque los hombres se hayan solido enmascarar de patria y república para asegurarse el poder o la riqueza, jamás cesó él de amar, con el cariño que derriba y rehace, la patria y la república. De que engañe una mujer se seguirá que todas las mujeres engañen? Los pueblos no tienen más que un tirano: y es la falta de vigilancia de sus libertades. Ni duerman ni confíen, y jamás, en país de libre pensamiento, caerán en servidumbre. Canuto Guerra, el expedicionario del Virginius que acaba de morir, es de los que hubieran dado la vida por conquistar la libertad de sus semejantes.--y por defenderla de loa que la quisiesen mermar o afear después de conquistada. "Que a nadie se convide a mi entierro, que me entierren callado, entre unos pocos amigos". Y así, en una mañana oscura de noviembre, cayó en la tierra ajena este cubano que perteneció a la especie suprema de hombres ante 11 que toda soberbia es mezquina y vana:-la de los que abandonan la tentación y gusto de la vida por ir a defender la dicha y el bienestar de sus semejantes.
La Escuela de Opera y Oratorio estará de gala el miércoles; es el cumpleaños de Emilio Agramonte, su fundador y alma, y sus discípulos agradecidos preparan una linda fiesta para rendirle homenaje de agradecimiento y cariño. Los aplausos y laureles que obtenga la bella Zelie de Lussan, en "Carmen", el lunes, serán la corona mejor del Maestro cubano que le enseñó a amar el arte y le amoldó la voz hermosa y fina.
Patria, 24 de noviembre de 1894