Dos cubanos fieles trabajaban mesa a mesa, e:. estos días turbios, en que se ama con más desesperación el suelo, hoy perdido, donde se podría vivir con tanta dicha y honor. Los dos hombres entretenían el áspero trabajo con el recuerdo leal, con la esperanza juiciosa, con la idea de libertad, limpia y ardiente. Pero una mañana, el amigo no halló a su lado a José Inés García. Había caído. Se había ido. No volvería ya. De él habla así su compañero: "José Inés García era de lo más virtuoso que había en la emigración, y cubano, no porque nació en San Lázaro, sino por el modo de amar a su patria. Siempre fue muy pobre, con la fatiga del trabajo, y del que está creando familia; pero a la guerra le dio muchos pesos del sudor de su frente". ¡Ah! ¡Pobre amigo: tu viuda y tus cuatro huérfanos no tienen patria en que vivir, porque los cubanos están clavándole en la frente, con sus manos sin sangre, el yugo de que con el sudor de la tuya quisiste redimirla! Allí en el ataúd, en que aún no es polvo, sienta tu mano el amor con que te la estrecha Patria; acaso sentirás también en ella el fuego de dos lágrimas viriles.
Lo que los artesanos de Key West hacen ahora con las escuelas de San Carlos debe escribirse en el cielo: los astros deben ser eso: virtudes que relucen en el firmamento azul. Ayer mismo, a la voz de un hombre que jamás los aturdió con la lisonja, ni les cortejó la pasión, a la voz de la patria angustiada, cedieron, como en día de fiesta, la labor de todo un día para el tesoro que, por sobre intrigas y traiciones, se ha de salvar íntegro, y comprará la república justa por la independencia. Es la verdad que en alguna casa santa, de padre de ocho criaturas, de ancianas enfermas, se quitó de la mesa el pan que se dio a Cuba: si lo olvidase Cuba mañana, Patria tiene manos de justicia que le escribirían el sacrificio en la frente a la madre ¡ingrata! : unos daban pesos, y otros daban miles: hay ricos que tienen aún alma de pobre: "¡benditos sean -decía Patria en una carta ayer-estos hombres naturales, que son los únicos con que se hacen las cosas grandes en el mundo!" Ayer mismo cedían los artesanos de Key West a la revolución el producto de un día de trabajo: y hoy, cuando las escuelas libres de San Carlos llegan a su mesa, las escuelas de la casa del pueblo, que el pueblo mantiene y administra el pueblo-porque de concordia y libertad ya el cubano necesita pocas lecciones -esas cabezas generosas se levantan atentas, el corazón criollo vuelve a dar luz, y se abren otra vez las manos obreras para que los niños no se queden sin maestro: todos los niños, los de padres de Afrecha, y los de color español.
Con razón Chauncey Depew, el elocuente consejero de los Vanderbilt, acaba de decir, en un teatro humilde, a su partido republicano: "Hemos vencido porque hemos entrado en la verdad; porque nos hemos sentado mano a mano con los hombres fuertes de la idea y del trabajo, porque hemos reconocido al fin que la cordura y la fuerza caben en una cuchara de palo, y que del jarro de té se bebe a chorros la sabiduría".-Por sobre intrigas y traiciones, compraremos, con el trabajo de pobres y de ricos, la república justa.
No sabe Leonardo Chacón dónde está su madre Luisa, nacida en Guantánamo. Y desea que Patria ruegue a los cubanos que, por respuesta al periódico, le den la noticia que tengan acaso de la madre a quien anhela ver.
Patria, 10 de noviembre de 1894