"¡Por los muertos!" dicen en México los gregorianos, los discípulos famosos de la Academia de San Gregorio al reunirse en el banquete del aniversario, donde leyó Ignacio Ramírez sus inmarcesibles tercetos. Y cada vez responden menos al brindis amoroso. Este año, cuando la casa .de Ponce de León cuente sus vivos, hallará que hay en ella una silla vacía, adonde pone Patria una flor de luto: la de Cirilo Ponce de León.
Dice D... R... que Narciso López le explicaba así la bandera cubana: "Del triángulo rojo, fuerza y sangre, saldrá la estrella radiosa: las tres barras azules son los tres departamentos".
Como en secreto tuvo sus exámenes el colegio de corazones de Tomás Estrada Palma, que cría a sus discípulos en el amor y sencillez de la naturaleza laboriosa donde se yergue, rodeada de tilos, su casa patriarcal. Pero el peregrino que va por Central Valley oye hablar aún del bello remate del curso, que fue la fiesta del pueblo hace pocos días, cuando lucieron su inglés concienzudo los .cubanos recién llegados, y su aritmética práctica 'y veloz, y el gallardo dictado, en su lengua de que han de vivir y en la del Norte, y una geografía que es a la vez pintura amena del mundo y como prolegómenos para las ciencias naturales. El examen fue largo, y de razón; y el concurso crítico aplaudió con el alma. Lo más notable es que la gente yanqui mande sus hombrones al colegio del criollo. Una medalla se debió dar al alumno primero, que regaló Benjamín Guerra; pero no llegó a tiempo el jurado, y el premio esperará a nueva ocasión. Las madres conmovidas declaran digno de él al laborioso Josie, el hijo mayor del presidente, que a los diez años ya es caballero de álgebra, y de guiar su coche por el monte, y de sembrar con sus manecitas en la tierra que de sus ahorros ha comprado en la tierra extraña el padre. Y hubo en verdad en el examen cosas bellas: en francés recitó, a la hora de los versos, el hijo de Marco Aurelio Soto, el presidente hondureño que tuvo de hermanos en el país a nuestros héroes vencidos: y cuando el hijo del prócer bajó del estrado, subió tras él a decir sus Heder dejando por un lado la humilde cachucha, un niño alemán, fornido y cortés, que vino como de criado al instituto, y hoy recibe ávido las letras en la casa generosa del patriarca. Eso es enseñar: hacer hombres piadosos y útiles.
Patria, 14 de julio de 1894