Patria junta hoy, de la flor más fina del jardín, de la flor más pudorosa y duradera, un ramillete privilegiado, y lo deja, a la hora en que sale el sol, en los umbrales de Angelina Miranda y Govín, la cubana buena y encantadora que unirá el martes 16 su vida, en la iglesia de San Francisco Javier, a un hombre que la merece, y a quien Patria lleva .en el corazón: a Gonzalo de Quesada.
Tenemos de plácemes la casa, porque acaba de llegar a New York un puertorriqueño de mucha valla. El señor Santiago R. Palmer, es el criollo firme, que él no tiene paces con quien le atormente o le degrade su tierra. La historia de la libertad en Puerto Rico, es la historia de Palmer. Si un periódico liberal estaba de caída, allá iban , en haz sus suscripciones. Y a su casa le daban por nombre "el hotel Palmer", porque todos los amigos y los menesterosos todos tenían allí su porción de mantel. Si un liberal de sus amigos tiene el hijo pobre, Palmer, que ve escasa la educación en el país, lo envía, como hijo suyo, a levantarse en el extranjero. ¡Hombres así se han de poner de ejemplo a los que dudan del poder de nuestros pueblos para alzarse y mantenerse por si propios! ¡De fijo que un hombre así no duda de su pueblo!
Tiene esta casa entre los Leza, amigos como de familia, y goza en unir sus plácemes a los que, en fiesta lucidísima, recibieron de toda su comarca, allá en Cienfuegos, los dos recién casados: Angela Ramos Rodríguez, que lleva en sí las gracias de nuestro país, muy bello aún en su desdicha, y Fernando Leza, que, a juzgar por los suyos, ha de ser joven amigo de todo progreso, y persona querida de los que lo rodean. Era una enramada la finca de La Amistad, que es de lo más próspero de lo que queda en pie en Cuba. ¡Y el caserío que tiene cerca la finca de los novios, se llama Esperanza.
Tenemos, a nuestra izquierda, varios libros queridos, de los cuales no hemos dado ya cuenta, por no darla al vuelo y como de merced, que es ofensa a obras tan buenas como éstas. Y así, esperando la ocasión larga, suele la ocasión pasar; como esta vida nuestra, que se va en suspirar por lo perfecto. ¿Qué es la elegancia nihilista de ciertos escritores, sino una desalentada pasión de refinamiento? Pero es fuerza, en letras como en todo, bracear con lo que se tiene, y bogar con hambre y pena hacia lo mejor. Hemos de hablar enseguida de estos libros queridos.
Patria, 13 de agosto de 1892