Por la dignidad y fortaleza de su vida; por su inteligencia rara y su modestia y gran cultura; por el cariño ternísimo y conmovedor con que acompaña y guía en el mundo a sus dos hijos, los hijos del héroe,-respeta Patria y admira a la señora Amalia Simoni, a la viuda de Ignacio Agramonte.-En su viaje a nuestra triste Cuba, le desea Patria mares tranquilos.
No cree el hombre de veras en la muerte hasta que su madre no se le va de entre los brazos. La madre, esté lejos o cerca de nosotros, es el sostén de nuestra vida. Algo nos guía y ampara mientras ella no muere. La tierra, cuando ella muere, se abre debajo de los pies. ¿A qué decir palabras vanas a Manuel González, que perdió a su hijo ayer, que pierde en Cuba a su madre ahora?
Es grato de veras, cuando se sale de la patria, hallar la patria en lar tierra ajena; y gozar de las novedades yanquis sin caer en aquella vida extranjeriza, de hotel o de casa de huéspedes, que suele amargar el viaje a los que no se acomodan a los hábitos secos del país. Ni nuestras familias, cuando quitan la casa, se sienten bien sin la vida del hogar.-La gente de nuestra habla tiene en New York una casa más, y de las mejores, donde disfrutar, en invierno y verano, del trato fino y cómodo de nuestras costumbres: la "Casa de Familia". En lo mejor de New York, -en la calle 14, n. 313, al Oeste,-ofrece una familia distinguida un: verdadero hogar. Allí pasó Patria agradables horas, entre amena conversación y buena música. Allí se siente la mano del amigo, no la mano, fría del posadero.
Emilio Cordero, el valiente comandante, está de plácemes: del Cayo le ha venido la visita de tu hermano Virgilio, entre todos los buenos cubanos conocido, que quiere ver el Norte del brazo de su esposa. Este. apellido de Cordero sabe pelear en la guerra hasta que las piernas se le quedan en muñón; y en la paz, en la incompleta paz del extranjero, levantar una industria. ¡Estos son cubanos! De los gruñones, de los descontentos, de los impotentes no hay que sacar modelos. ¡Estos son loa modelos!
Muy concurrida fue la boda de nuestra compatriota Matilde Serra, querida por cuantos conocen sus virtudes, con el caballeroso Ricardo, Rodríguez. En la catedral de St. James se reunieron las muchas amistades de los novios, y la casa rebosaba. Es grato entrar en la vida por las puertas de la buena voluntad. Es grato endulzar con la amistad y el amor el largo, el muy largo destierro.
"¡Qué bueno está ese retrato de Don Pepe! Es de lo mejor que he visto". Así dijo un hombre que amó a Don José de la Luz, que lo veía pasar por su casa todos loa días, que lo vio muchas veces en su sillón, con el suelo alrededor Lleno de libros, que alguna vez lo vio erguirse. apretar el brazo de la silla y echar fuego de aquellos mansos ojos, cuando, como una joya, le enseñó Patria el retrato excelente que le acaba de mandar de regalo el fotógrafo de Tampa, ]. M. Izaguirre. ¡Qué ojos tan firmes, y tan escrutadores! ¡Qué boca de mando! ¡Qué frente, juvenil todavía por el arranque mismo de las canas! Les vio la conciencia. hasta que se la abrasó. Ya andan nulos desde él. ¡El fue el vencedor!
"La Igualdad", la honrada Sociedad de Beneficencia Cubana, tiene fiesta el lunes 27; una fiesta campestre en el parque de Sultzer, en la calle 126 y la Segunda Avenida. Son nuestros hombres, y gozamos con verlos adelantar, y vencer, en el arte difícil de asociarse, que es el secreto único del bienestar de los pueblos, y la garantía única de su libertad.-Estas fiestas de "La Igualdad", en la hermosura de los árboles, son siempre de mucha animación: al pie de la atenta tarjeta de convite ¿qué más nombres se requieren que los del constante Coronado, el presidente, y loa de Roche y Delegado, y Prieto y Brunet? Pero este vez no habrá en el jardín palmo de tierra vacío, porque los profesores Hourruitiner y Duarte van a tocar la música de Cuba. ¡La danza más inquieta, en el destierro, se oye con religiosidad! Y antes de bailar,-como que se detiene el bailador a pensar un instante, como que saluda! Va a ser extraordinaria la concurrencia a la fiesta de "La Igualdad".
Patria, 25 de junio do 1892