12 de mayo de 1892
Amigo mío
Sin más vida, porque ni la quiero ni la tengo, que la que necesito para el servicio de la tierra que amamos, y con el brazo hasta el codo en nuestros trabajos preparatorios, aún tengo que demorar hasta el sábado próximo las comunicaciones oficiales con que inauguro mis tareas. A la vez y con la misma noble y prudente que por allá me está mostrando Vd., caeremos sobre todas nuestras obligaciones. Combino la ejecución rápida y la economía, y calculo que nada nos habrá de faltar. No levanto la mano de los trabajos inmediatos de presentación, tan levantada y decidida como Vd. la pudiese desear. La mano cansada y en la angustia momentánea del periódico, no pude copiar los documentos que le irán el sábado. Déjeme sólo decirle que aquí persiste, sin el menor trastorno, puesto que no doy la dignidad de él a lo que no lo merece-persiste y crece-la confianza inteligente y afectuosa que nos ha puesto en tan buen camino, y nos llevará a todo. No pienso en mi salud; me moriré sentado, y con la mano en la de mi país. Envío esta carta y sigo escribiendo a Santo Domingo. Véame con cariño, porque importa, y porque en Europa tiene buena ayuda y raíz, el entusiasmo constante de los puertorriqueños. Hasta el sábado.
Su amigo
José Martí
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