-Abril, 1892-
Sr. Serafín Sánchez
Mi muy estimado Serafín:
Un instante me queda, porque recibo las cartas del Cayo, de vuelta de la casa de Estrada Palma, en los momentos de salir el correo. Pero lo aprovecho para decirle que su carta, escrita como si me la hubiese escrito de pie, y con aquel tono que sólo viene a los hombres cuando están cerca los tiempos grandes, está-línea a línea-en absoluto acuerdo con mis pensamientos y actos. Ni Vd. mismo imagina lo que voy a hacer.
Todo, Serafín, lo que manda la hora,--con un patriotismo de conjunto, es verdad, para que no nos lo tachen, pero con todos los grandes y los útiles adentro. ¡Que le escriba a Gómez! Algo más le he de hacer. Y estoy haciendo. Por eso no ha recibido Vd. y., carta oficial de la Delegación: porque estoy a todo,-y me ocupo en ir salvando escollos, más serios a veces de lo que parece,-y porque odio los retazos, quiero hacer las cosas de una vez. Quisiera ser relámpago, y cubrirlo todo:-todo el deber-luego vendrán otros a la gloria. Pero no hay impaciencia, Serafín, que se parezca a la mía. Sólo que a alturas no se sube a saltos. El primer peldaño, es nuestra unión sólida. Después, escalera arriba, sin esperar a más acuerdo que el posible, porque las guerras no son obra de gabinete, que se componen como las páginas de una novela, in más acuerdo que el necesario para el éxito de la arremetida. Yo creo que se pueden combinar los dos modos de alzar el país-de afuera, y de adentro.-Temo a un modo solo, y por mil razones. Y tengo fe absoluta, si somos acá lo que debemos ser, en combinar ambos modos.
Se me va el correo. Estas actividades no le han de impedir, como no me impiden a mí, el mandarme su contribución para Patria. Aquí queda haciendo cuanto Vd. pudiera desear, su amigo
José Martí
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