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martiOC

 

New York, 23 de marzo de 1892

Sr. Francisco María González,
Secretario de la Comisión Recomendadora de las Bases y Estatutos del
Partido Revolucionario Cubano

Distinguido compatriota:

Sobre Vd. como Secretario, y sobre mí como Presidente, recayó el honor y la obligación de mediar entre los clubs cubanos organizados y que se organizasen en la emigración, y la Comisión Recomendadora de lee Bases y Estatutos del Partido Revolucionario Cubano que fueron unánimemente aprobadas en las dos solemnes sesiones de Cayo Hueso por la junta representativa de que formaban parte, entre probados patriotas de ese venerando asilo, los presidentes de los clubs que hasta aquella fecha existían. Y sobre mí recayó además la misión de proponer las Bases y Estatutos a los clubs organizados o que se organizaran en el Continente. Transcurrido ya con largueza el tiempo que la cordura y el respeto aconsejaban dar al libre estudio de las Bases y Estatutos que habían de ratificar los clubs cuyos presidentes los habían aprobado ya,-tiempo que se debió dejar transcurrir para que no pareciese esta obra trascendental y por tantos años anhelada, un mero alarde de patriotismo pasajero, o abuso de un noble entusiasmo, vengo a cumplir, y a invitar a Vd. a que cumpla, el deber de reunir, en descargo de nuestra misión, a los presidentes de los clubs de esa localidad, a fin de darles conocimiento de las gestiones de la Comisión ante los demás Clubs, y convidarlos solemnemente a declarar formado en definitiva el Partido Revolucionario Cubano, y proceder a los detalles de elección y proclamación que lo pondrán en obra.

Es lo primero, Sr. Secretario, mostrar justo regocijo por el patriotismo, impaciente a la vez que juicioso, con que los clubs de Tampa p New York acogieron por unanimidad, en el día mismo de su presentación, las Bases y Estatutos. Una sesión bastó en Tampa para su acogida en la "Liga Patriótica", y en el Club "Ignacio Agramonte". Una sesión también bastó en los clubs "Independientes", "José Martí", "Pinos Nuevos", "Borinquen" e "Independientes de Cubanacán". Cada uno de ellos, salvo estos dos últimos, remitió a Vd. a su hora por el cable el anuncio de su ingreso en el partido;-y la virtud de los cubanos del Cayo se habrá visto recompensada y entendida en la confianza y hermandad con que Tampa y New York, sin una sola voz de disentimiento, respondieron a su convite. Y como para que no pudiera abrigarse duda del alma unánime de los cubanos revolucionarios de New York, y de los puertorriqueños que con igual unanimidad generosamente se les juntan, acordaron loa presidentes de los clubs convocar a una ratificación pública de las Bases y Estatutos, en cuya ocasión memorable resplandecieron el afecto por las emigraciones hermanas,-la convicción de que el demorar su unión sería hoy verdadera complicidad con el ene. migo,-y el ansia apenas contenida de poner inmediatamente nuestras fuerzas en empleo. Y es justo decir que en aquella fiesta, como en las sesiones de aceptación en Tampa, emuló la emigración la grandeza patriótica de los días ejemplares y recientes en que los cubanos del Cayo aprobaron de antemano, con una fuerza de fe que fuera delito desviar o entibiar, y con tácito y firme decreto que no se puede desatender, el propósito de unir las fuerzas revolucionarias de Cuba en los momentos en que el país se madura para la revolución, y está en peligro de que ¡le pongan a su cabeza, por la ventaja del lugar, los elementos coloniales que no alientan con el espíritu verdadero.

Y es de deber y conveniencia pública tomar nota del hecho, fausto para el porvenir, de verse unidos hoy en el trabajo patriótico aquellos factores que por una razón u otra se habían mirado antes con sequedad o con desvío. Un fuego igual anima al hombre de armas y al patriota del destierro, al artesano y al de otras labores, al cubano de un color y al de otro; y es de advertir, para que jamás renazcan los recelos que la mala guía de la época anterior pudo sembrar entre los emigrados revolucionarios,-que mucha parte de los afiliados a los clubs procede de nuestro Cayo noble, --y que saludan todos con alborozo la era nueva de la obra común, así como repelerían con indignación la tentativa de hacerles llevar, o solicitar directa o indirectamente, voz de preferencia en los asuntos en que el triunfo es posible sólo con un plan de equidad donde ningún grupo de emigrados funja como señor de los demás. Goza profundamente con este respeto mi corazón republicano.

Aprobadas desde su presentación las Bases y Estatutos del Partido Revolucionario Cubano por los clubs de Tampa y New York, pude desde aquel instante, cediendo al afán público, solicitar de Vd., como lo hago hoy, que, en descargo de nuestros deberes, invitara a los clubs de Cayo Hueso, por medio de sus presidentes, s hacer pública la ratificación, y constituir definitivamente el partido; y la tentación en mí fue mucha, por el anhelo que me consume de poner mano, en la medida de mi capacidad, a la ordenación de las energías, aisladas hoy, que necesitamos para la victoria, y por el grave temor de que caigan sobre la guerra los mismos intereses y los mismos miedos que torcieron y defraudaron la guerra pasada. Del pueblo es la guerra, y hay que ordenarla de modo que no defraude al pueblo.-Pero la ansiedad del patriotismo hubiera podido parecer como el deseo de violentar la franca opinión de los cubanos del Cayo, que a estas horas sin duda habrán ya hecho lo que, en respuesta a su invitación, tienen hecho de tiempo . atrás sus hermanos. A tiempo pedí a Vd. que moviera a los señores presidentes a hacer examinar, y ratificar si lo creyesen bien, las Bases y Estatutos aprobados; y antes dudaré de mí que de un patriotismo de cuyo vigor y pureza fui, en días inolvidables, tan agradecido como indigno objeto. Mas toda premura en el cumplimiento de mi deber como presidente de la Comisión Recomendadora, por mucho que la recomendara y excusase la activa santidad del patriotismo, habría podido parecer como el intento de aprovechar con algún otro fin la nobleza pública de mis compatriotas: y yo por sobre todas las cosas aborrezco la tentativa de pesar indebidamente sobre el ánimo de los hombres libres. Estimo, por mi parte, que no habrá habido demora innecesaria, y que no serán los cubanos del Cayo, proclamadores entusiastas de la unión cubana en una visita reciente, los que demoren o entorpezcan la unión de los cubanos.

Es, en verdad, caso de angustia para todo corazón patriótico¡ --y de remordimiento, después de saber cuánto podemos,-la menor dilación en congregarnos con autoridad y fuerza y respeto bastantes para juntar los elementos revolucionarios del país, y juntarnos con ellos, no en nombre de un entusiasmo desvanecido e impotente, sino en el nombre poderosa de todos. El deber principal de la emigración es ordenar los elementos de la guerra que no se puede ordenar en el país, y el patriotismo de las emigraciones habría sido pueril e inútil si no cumpliese con este deber. ¡ Ya hoy mismo pueden los cubanos enemigos de la revolución, los cubanos autonomistas, decir, como han dicho en su última asamblea, que ellos son la única fuerza organizada que vela por el país,-y hay que pasar por la vergüenza de no contestarles, porque nosotros no nos hemos organizado aún, y es la verdad que ellos son la única fuerza organizada! Para combatir a nuestros adversarios, tenemos que mostrarnos superiores a ellos. Y la ansiedad de nuestro patriotismo debe ser mayor ahora que, abocándose cada día más a la guerra el país, pudiese ir cayendo naturalmente la dirección de la guerra, por nuestra desidia en manos de los que no llevasen a ella la experiencia de la política de la guerra, y la vasta humanidad, y el ánimo republicano, que llevamos nosotros. Si la guerra cae en esas manos,-si el último esfuerzo del país es abatido por haberlo dejado ir a esas manos, no sabríamos donde esconder nuestras cabezas culpables. Sería nuestra la gran culpa.

Pero yo sé sobradamente que hemos visto el mal, y le ponemos a tiempo e) remedio. Y como urge recoger discreta e inmediatamente las fuerzas revolucionarias del país, como urge convidar a la obra a todos los que tienen historia y prestigio y capacidad para ella,-como urge allegar toda especie de medios y simpatías y fondos,-como urge im. pedir que la guerra caiga bajo la guía de los que perviertan su espíritu o después de ella hagan otras guerras necesarias,-debemos acudir, y acudimos, Vd. como Secretario y yo como Presidente de la Comisión Recomendadora, a rogar a loa presidentes de los clubs que hubiesen ya aceptado las Bases y Estatutos, caso de que la mayoría de ellos unida al voto unánime de Tampa y Cayo Hueso compusiese mayoría patente e indisputable,-que, en acuerdo con la disposición de los clubs de Tampa y New York, le doy fe, fijen para un día dado, que pudiera ser el 8 de abril, la fecha de elección de Delegado y Tesorero, y constitución consiguiente y efectiva del Cuerpo de Consejo, que completan el Partido, y otra fecha para su proclamación unánime en el extranjero, que pudiera ser, señor Secretario, nuestro glorioso Diez de Abril.

Y el señor Secretario se servirá comunicarme el resultado, para dar noticia oportuna a estas emigraciones ansiosas.

Saluda a Vd., con afectuosa consideración,

Su compatriota,

José Martí

 

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