-Marzo, 1892-
Mi distinguido amigo
Ni puedo llamar de otra manera a quien cara a cara de muchas dificultades, nos mostró juicio tan seguro y tan bella alma patriótica; ni he de llamar menos a quien ha sabido, para honor de su país, fundar sobre la arena; ni puedo olvidar que tiene Vd. para mí la mayor de las distinciones, y es la de abrir los brazos generosos a hombres de sólidos méritos y limpio corazón como mi amigo el valiente y sensato cubano Serafín Sánchez. De soldado se anduvo toda Cuba, y adquirió gloria justa y grande. Es persona de discreción y de manejo de hombres, de honradez absoluta y de reserva, y como Vd. lo ve tiene de columna hasta la estatura. El hubiera podido irse a otras partes; su corazón de cubano genuino lo lleva al Cayo, a esperar a ganar el pan de la tregua con la labor de cada día. De él fue de quien le hablé y para él le pedí amistad. Envío un hombre a otro hombre y sé que el consejo y ayuda que el patriota recibirá de Vd., aumentarán si cabe el aprecio que le tiene su amigo afectísimo.
José Martí
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