Consulado General del Uruguay
New York, 19 de Marzo, 1892
Señor:
Mi respeto y agradecimiento a la República con cuya representación aún me honro, me obligan, contra mi afecto natural, a deponer definitivamente ante Vd., insistiendo en su entrega inmediata, la representación consular que se hace incompatible con el deber que me impone mi condición de cubano. Traído por acontecimientos de mi país natal a una situación pública de hostilidad a un gobierno con quien el de la República Oriental está en amistosas relaciones, he de pasar, mal de mi grado, por la pena de renunciar al honor de una representación cuya permanencia en mi persona pudiera causar embarazos oficiales al pueblo glorioso, y benevolentísimo para mí, que amo como mío, y del que me consideraré siempre hijo.
Desde el mes de octubre se publicó en esta ciudad la renuncia que en aquella fecha hice del Consulado de la República, como el de la República Argentina y Paraguay, que se unían en mí; y mi pesar fue grande al saber que por amistad cuya nobleza me prohíbe censurarle la indiscreción, la mano encargada de dar curso a la renuncia la retuvo, creyéndola innecesaria, y sin atender, por falta de familiaridad con las cosas del Estado, a su especial delicadeza. Insisto enseguida ante el Gobierno, expresando esta circunstancia, pero los acontecimientos de mi país natal me ponen donde mi persona debe estar en libertad absoluta, y mi cariño a la República me manda cesar sin demora en su servicio, porque éste es hoy mi mejor modo de servirla.
Sé, Señor Cónsul General, que he amado al país, que lo he puesto ante esta nación, en cada caso de ignorancia y desconocimiento, donde el país merece estar por su laboriosidad y por su historia gloriosa, y sólo me cumple anhelar que el Supremo Gobierno, y el Señor Cónsul General, no hayan tenido por inútiles estos años de labor americana, y asegurarle de que el que cesa de ser cónsul, por imperio del deber, jamás cesará de ser, con gratitud y ternura, el servidor más afectuoso del país.
Y al Señor Cónsul General, me es grato saludarlo con la profunda estimación que para mí merece.
José Martí
Nota: Prudencio de Murguiondo, Cónsul General de la República Oriental del Uruguay.
©La Pagina del Mambí©www.exilio.com