N. Y. Sept. 26, 1888
amigo mío:
En días pasados le escribí, enviándole a Ramona.1 ¿Tan mal le ha parecido que Vd. no ha querido decirme nada de ella? Hoy querría conversar con Vd. a la larga, para hablar con Vd. sobre el 10 de Octubre, y decirle que, por supuesto, tendrá Vd. en el estrado lugar de honor. Un turno es suyo: el que se tiene Vd. tan bien ganado. Bien quisiera verle antes, y comentar juntos la política autoritaria y odiosa que se viene haciendo en Cuba, tan funesta para lo porvenir y tan distinta de la que los cubanos debiéramos hacer, sean cuales fueren nuestros métodos políticos. Ya ve cómo asoman también por aquí las malas pasiones, y se les dice a los negros poco menos que bestias. Contra todo eso, con la discreción y majestad propias del día, podemos levantarnos y marcar política de previsión y amor, en este 10 de Octubre. Y adelantar además para la organización futura, refutando por la grandeza de nuestras miras las especies venenosas de los que encuentran en ellas sus obstáculos mayores. Creo que Estrada Palma tendrá algo que decirnos. esa noche. Prepárese; pues, que será sin duda lo suyo algo tan viril y sustancioso como lo de la vez pasada.
No sé si su silencio significa que está Vd. enojado conmigo, lo que sería singular, porque no sé cómo se puede dar razón de enojo a los que se quiere tan bien como lo quiero a Vd. Respóndame ahora, póngame a los pies de su casa, y bese al príncipe.
Su amigo.,
José Martí
1- Su traducción de la novela Ramona, de Helen Hunt Jackson.
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