Febrero 12 de 1888
NI¡ querido Emilio:
Vd. no me regañará porque le escriba en papel de faena, que es el Único que tengo a mano; pero Trujillo va a verle, y yo deseo enviarle con él mis cariños al recién nacido, y mis respetos a su esposa:-no hay nada igual en el mundo, ni cosa más cierta ni dulce.
Tampoco me regañe Vd. por no haberle enviado, por ,querer acompañar lo "oficial" con larga carta mía, las dos que muy pronto le irán, con el espíritu que ya conoce, sobre nuestras cosas.
Como sé la pureza de su pensamiento, y la del mío, jamás me ocurre pensar que veamos de distinto modo los males que por las mismas causas presentimos, y queremos remediar.
Ya Trujillo le dirá como a Flor le ha parecido bien, sin hallar la menor objeción expresa o tácita, lo que procuramos ir haciendo. Carrillo, que asistió con Flor, por voluntad de éste o suya propia, a la última reunión de la C. Ejec.-parece, más con lo que calla que con lo que dice, querer reducir toda nuestra santa cuestión patria a que no se haga dada por ella que no sea en beneficio de Gómez.
En el Cayo hay como un aquietamiento, debido sin duda a la tibieza con que Ruz habrá visto que las emigraciones no podían organizarse, corito él soñó, para obrar en concierto privado con él como jefe superior de la guerra.
Las estrellas no están más altas que la ambición y locura de los hombres.
Muy de veras le envidio la alegría del hijo nuevo, que compensa de sobra, en las casas donde hay amor como la de Vd., todas las inquietudes que produce. Bese al primogénito, que me recuerda tanto al mío; y recuerde cuanto le estima y quiere su amigo
JOSÉ MARTÍ
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