Sr. Emilio Núñez
Mi muy querido Emilio:
No tengo para qué decirle, teniéndolo a Vd. en tanto como lo tengo, que le hubiera escrito muchas cartas con la pluma, puesto que con el pensamiento se las escribo, y muy cariñosas, muchas veces. Pero ya conoce mi vida, y el enojo de escribir, cuando se tiene el escribir por oficio y se vive con el anhelo de los hechos, y avergonzado de las meras palabras. Ahora le pongo estas líneas porque no sé hacer nada serio, ni intentar nada bueno, sin pensar en Vd., que es guía natural en estas cosas, sin cuya compañía nada me parecería completo. Por la carta que le incluyo, sin tiempo para corregir sus errores, verá lo que intenté hacer para el domingo pasado, y realizo éste, ya con más fuerza y esperanza, por haber recibido noticias, que ansío comunicarle, y justifican mi previsión. Nada muy difícil pretendo, ni altos cuerpos, ni juntas, que den celo a los ambiciosos, o blanco a los pícaros; sino que, a lo militar, de prisa v en silencio, comencemos, con un poco de dinero en el bolsillo, los trabajos necesarios de comunicación y organización. ¿Necesita, o no necesita, la Isla esta acción nuestra? ¿Queremos, o no queremos, ayudar a los que ya nos piden su ayuda? De las cosas concretas, por supuesto,. sólo oiremos aún donde no haya más que cuatro paredes, lo que el mismo Cónsul español pudiera oír sin peligro. Esa es la reunión privada; y no quisiera, de veras, verme en ella Sin Vd. Con una docena de hombres. de buena voluntad, podemos empezar lo que tenemos que hacer, y realizarlo. Aunque los problemas son muchos, y de todos ellos quisiera hablar muy despacio con Vd.; así como de la gravedad inmediata de la situación actual de Cuba. No espero nada extraordinario de la reunión, por lo reticente de ciertos ánimos, y lo interesado y dañino de otros; pero es nuestro deber intentar sinceramente las cosas con cordialidad y franqueza, para que nadie pueda tacharlas de ocultación, o de manejo de unos cuantos parciales. Ojalá que reconozcan todos que es urgente precavernos, y que debemos empezar desde el-día siguiente, sin alarde y sin descanso. ¿A qué hablarle de lo que Vd. sabe de: memoria? Verle es lo que quiero. Por Trujillo sabré si viene antes de la reunión, para verle a solas. Salude a toda su casa -a su mujer y a. su hijito;-a Vd., nadie lo quiere mejor que su amigo
JOSÉ MARTÍ
-1887-
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