Valerosos defensores de la Independencia de Cuba: al poner el pie en la tierra a cuya redención sacrificáis vuestra existencia, saludo con orgullo a los heroicos batalladores, mis constantes y viejos compañeros.
¡Soldados de la Libertad! Yo nada tengo que deciros, puesto que habéis probado en cien combates que sabéis vencer y sabéis morir.
Venceremos, porque está a nuestro lado la justicia. Hablaros de valor fuera injuriaros. La obediencia y la unión nos llevarán a la victoria. El motín y la desorganización nos volverían a la esclavitud, y nos cubrirían eternamente de vergüenza.
Cuando se lucha por la existencia de la patria, la división y la rivalidad son crímenes. Cuando se va a ser ciudadano de un pueblo libre, es necesario respetar las leyes y ejercitar las virtudes desde los campos de batalla.
¡Soldados de la Libertad! Vuestro antiguo general viene a morir a vuestro lado. No hay tregua, no hay tratado. ¡0 libres para siempre, o batallando siempre hasta ser libres! Si morimos, valientes, en la lucha, nosotros habremos muerto, pero nuestra patria será honrada. Es preciso salvar de la indignidad a nuestros hombres, salvar de la deshonra a nuestras mujeres, libertar del cadalzo a nuestros hijos, hacer grande y próspera a la patria.
¡A batallar, soldados! La indiferencia es una cobardía: la gloria está en la muerte honrosa. Para nosotros no hay reposo, no hay noche, no hay fatiga.
¡No envainaremos los aceros, ni daremos descanso a los fusiles, sino en el umbral de los palacios donde los enemigos forjan nuestros hierros! La vida esclava es un infame peso: ¡a batallar, soldados!
CALIXTO GARCÍA ÍÑIGUEZ.
Nota: Tanto la proclama del Comité Revolucionario Cubano de Nueva York, como las dos que aparecieron firmadas por el general Calixto García, publicadas en Nueva York, el 13 de mayo de 1880, el conocerse su desembarco en Cuba, fueron escritas por Martí.
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