A propósito de una observación que nos hizo últimamente, se nos ocurren algunas reflexiones.
Cuando el eminente artista señor White (no obstante haber sido condecorado por la ex reina Doña Isabel II, con la cruz de caballero de la muy distinguida orden de Isabel la Católica) navegaba rumbo hacia Veracruz, no sólo porque él lo había determinado así previamente, sino porque se lo ordenó el jefe de policía y el capitán general de Cuba, conde de Valmaseda, le suplicó saliera de la Isla por razones de alta política, el distinguido pianista cubano D. Ignacio Cervantes recibía también otra súplica semejante, del mismo jefe de policía, tal vez porque el señor Cervantes, laureado por el Conservatorio de París, atraía mucho público a sus conciertos.
A la señora Ristori también se le suplicó que no desembarcara en La Habana.
Al notable abogado D. Nicolás Azcárate (hoy residente en México), que nunca ha sido insurrecto, pues por el contrario, raro ejemplar, ha buscado siempre la unión de cubanos y españoles, bajo la bandera de España, igualmente se le suplicó que saliera de la Isla, nada más que por haber trabajado en Madrid, por conseguir la abolición de la esclavitud de los negros.
Esas súplicas de expatriación, significan una política no nueva en el gobierno español de Cuba: -lanzar de la Isla a todos sus hijos de talento, de influencia o de prestigio.
¿Merece los aplausos de La Iberia?
JOSÉ MARTÍ
Revista Universal, 6 de junio de 1875.
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