martiOC

 

A La Colonia

No por deseo inmoderado de ocupar en una polémica innecesaria las columnas de "La Revista", sino por especial empeño que tengo en que ésta no aparezca responsable de la más sencilla idea que sobre los asuntos de mi patria emita en ella yo, contesto al suelto de "La Revista que publicó "La Colonia" en su número del lunes 24.

Publicó este periódico un párrafo respondiendo a un chiste del colega español. Nuestro colega responde precisamente a ese párrafo publicado; y como el párrafo es mío, a mí, y a nadie más toca repetir lo que allí se dijo, y a afirmar lo que en consecuencia de él se ha de decir.

Veamos el suelto de "La Colonia":

"Pretendiendo abrumarnos con su inagotable vena y vengarse de la bromita que le hemos dado, dice nuestro colega, que los españoles han sometido crímenes en Cuba y que los cubanos insurrectos han hecho un prodigio defendiéndose contra España".

No escribí yo el suelto aludido en tono de chiste, completamente ajeno s mí. A1 proponer "La Colonia" exageradas indemnizaciones del Gobierno español a los cubanos, escribí que aún me parecían pocas, si con ellas había de pagar cada indio muerto de la raza primitiva absoluta y radicalmente extinguida en los primeros años de la conquista; pero como la generación actual no es responsable de los actos de las generaciones anteriores -y hubiera sido valor y apasionada esta acusación en mí- escribí después que la indemnización era todavía pequeña para pagar las vidas de tanto cubano asesinado en las calles, fusilado sin causa en las ciudades, y muerto a palos en los presidios españoles. -Yo los he visto matar así: yo he estado en presidio.

Esto dije yo: nada contesta "La Colonia" a esto. Cuando en las canteras de San Lázaro vea dar en las carnes humanas, como el martillo da en el yunque, una serie de golpes repetidos a compás por un brigada, gratificado porque castigase a los presos, y un cabo de vara presidiario común; --cuando haya visto ordenar y cumplir cincuenta palos en las espaldas de Ramón Rodríguez Alvarez, niño de doce años condenado a diez años de presidio y retención por delitos políticos; -cuando haya visto sangrar llagadas las espaldas de D. Nicolás del Castillo, anciano de setenta y seis años a quien se castigó de tan bárbara manera que estuvo más de quince días sin recobrar bien sus sentidos, con su grillo al pie, con sus llagas en la espalda, con su cabeza cana y abierta, llevado y traído cada madrugada y cada oscurecer legua y media de camino para ir y venir en procesión triunfal diaria, y espectáculo patriótico español. -entonces podrá contestar bien "La Colonia" la afirmación que hice en el párrafo que en "La Revista" escribí.

Y cuando haya visto sumergir a un preso político hasta la cintura en un montón de arena de la cantera, caldeada por nuestro ardiente y abrasante sol en las horas del mediodía, y seguir echando arena sobre aquel hombre enterrado hasta que le llegara al cuello, y suspenderlo hasta 1a cintura otra vez, y otra vez sumergirlo más arriba de los hombros, y así hundirle y levantarle, y así dejarle expuesto durante la hora de descanso, de doce a una del día, y así conservarte hundido hasta las seis y media de la tarde, entonces podrá todavía contestar "La Colonia" mejor.

Explico lo que afirmé para que se pueda contestar más ampliamente. Esto dije y publiqué en España, y a esto puso una tibia atención, completamente desobedecida en Cuba, el gobierno de Madrid. Dijo bien La Colonia; ábranse las arcas del gobierno español; viértanse todas, vuélvanse a llenar para volverse a verter; todavía no repararán las crueldades que en mi patria ha hecho.

Yo no cito esto como causas de la revolución: ella tiene causas más altas; lo cito provocado por una afirmación no meditada e imprudente.

Sobre venganzas de bromas, -nada: contéstese a sí misma La Colonia.

Sobre el prodigio que los cubanos hacen defendiéndose de los españoles, hacen uno que España no puede hacer: avanzar venciendo a los cubanos.

Sigue luego:

"Hemos rebatido tantas veces estas necedades que nos parece impertinente volver a rebatirlas." ¿A qué hacer aquí declamaciones que pudieran parecer comunes? No cura mi patria cubana de aplausos ni de censuras individuales: tiene el amor de sus hijos, que mueren por ella: sabe que al calor de su sublime necedad ha de levantarse libre y fuerte. La intransigencia y la ira pueden morderla desde lejos: esto ya no ha menester contestación.

Dice luego

"Cierto es que los insurrectos cubanos pueden presentarse como modelo de todas las virtudes cívicas y civiles, porque ellos nunca han asesinado, talado ni incendiado, y en todas ocasiones se han conducido como lo que son."

Cierto es que sus virtudes son grandes. Eran ricos, y hoy trabajan pobres y despojados en países extranjeros: eran dueños de hombres y hacen libres a todos los hombres de que el gobierno español los hacía dueños; tenían toda clase de holgura en la vida material, y absolutamente todas desdeñan, y los emigrados las buscan nuevas con un trabajo penoso y rudo, y los que luchan en los campos las truecan contentos, -el hogar tranquilo por la lucha desesperada, la vida opulenta por la existencia miserable, -el cuerpo vestido por el cuerpo llagado, -el lecho cómodo por el lecho del suelo --todas las riquezas por todas las miserias, toda la abundancia por todas las escaseces, toda la paz infame y esclava por la muerte en la defensa de la patria, valiente, honrada y libre.

Alzanse con derechos que no es hora aquí de recordar; pero aun cuando fueran estos hombres bandas de ciegos y de locos, al espíritu más flaco, al ánimo más rudo, a la intransigencia más pertinaz admirarían e infundirían respeto estos héroes que se levantan con todas las abnegaciones sin esperar más recompensa para su vida que desaparecer oscuramente en los campos libertadores de la patria. Es una generación que se sacrifica porque otra generación viva respetada, noble y libre, -Ante esta heroicidad, se calla: -el respeto a lo que lo merece honra al que sabe respetar.

Los insurrectos cubanos no asesinan ni talan. -Matan a los prisioneros, cumplen con esta terrible necesidad, desde que el Gobierno ha desechado toda medida que tendiera a la humanización de la guerra. par los cubanos muchas veces pedida: matan a los prisioneros por dura ley de guerra, desde que el Gobierno español mató y dejó mutilar a las puertas de Bayamo al parlamentario Augusto Arango: matan a los prisioneros en ley de represalias, desde que las tropas españolas ensayan todo género de muertes, -y ya fuera monótono reseñar aquí cuantas ensaya, -fusila a los sitieros en los campos, fusila a los cubanos pacíficos en las ciudades, y resiste malvadamente a cuantas instigaciones se le hacen para que aquella lucha sin cuartel y sin compasión se humanice.

Los insurrectos cubanos no mataron a ningún prisionero español en los primeros meses de la revolución: les despojaban de sus armas y les dejaban en completa libertad. Hechos que nadie se atreverá aquí a negar. -Ensangrentada ya la guerra; empleado por los insurrectos el sistema de acecho y de guerrillas, no podían custodiar con sus pequeñas partidas el número de prisioneros que hacían, por cortos que éstos fueran: -los suyos eran fusilados inmediatamente: -¿es de esperar en la humana naturaleza, por heroica que ella sea, que siguiese dando libertad a los prisioneros españoles, cuando las tropas españolas mataban a todos los prisioneros cubanos?- Comenzaron a darles muerte ellos también.

Duele mucho escribir esto; pero éstas son las dolorosísimas leyes de la guerra.

No han fusilado, sin embargo, a todos cuantos prisioneros han tenido. --Un hecho innegable: ---en La Habana se presentaron algunos oficiales españoles, vestidos de harapos, largos los cabellos, olvidados ya en los sucesos de la lucha: -acababan de escaparse del campo insurrecto: narraban a quien quería oírles todo el tiempo de su cautiverio allí. -Luego no matan a todos, cuando guardan a algunos prisioneros.

Otro hecho en Madrid: El capitán español Rosales ha publicado en la Corte una reseña del tiempo que estuvo prisionero en la insurrección. Hay para el valor y compañerismo de los insurgentes frases de reconocimiento y de respeto. Hay en medio del exaltado lenguaje de un enemigo, gratitud profunda a las bondades con que compartían con él los jefes insurrectos sus miserables bienes. Luego, si tanto tiempo estuvo prisionero hasta que pudo escaparse, tampoco lo mataron: los insurrectos no matan a todos sus prisioneros.

Otro hecho: el mismo día que en Santiago de Cuba una infame : la de sangre que subleva toda mi prudencia, asesinó criminalmente a sesenta soldados -soldados- del Virginius, un jefe insurrecto -no podía conocer todavía este hecho- ponía en libertad completa a un número mayor de prisioneros españoles que tenía en su poder: Allí están los mismos diarios españoles: ellos no pudieron ocultar esta humillante verdad.

Y de otros muchos sé, y no hago de ellos mérito, porque uno solo basta para probar lo que pruebo, y porque no podría concretarlos de la manera con que éstos concreto.

De talar, no talan: Ni una frase de defensa necesita esto: es un cargo absolutamente inútil. . "Incendian".-Sí incendian; pero incendian por medida de guerra: no incendian por maldad ni por placer. E1 gobierno español en Cuba no recibe recursos del exterior de la Isla: como los españoles dueños de haciendas, hombres y negociaciones en la Isla son los interesados ,en que ésta se conserve para España, de ellos parten toda clase de recursos; ellos han creado las emisiones ficticias del Banco Español para formar una riqueza convencional con que acudir a las necesidades de la guerra: la zafra es uno de los principales elementos que proporcionan a los españoles en Cuba medios de combatir a la revolución; por esto los insurrectos atacan a la zafra. Cada zafra produce por término medio en un ingenio de 8O a 120,000 pesos; cada cosecha que se destruya, arranca 8O ó 120.000 pesos a los recursos españoles. No destruyen por un placer criminal; destruyen por un año las producciones de la tierra, apta para producir nuevamente el año próximo: las cosechas se reproducen anualmente: puesto que las cosechas son un medio que facilita recursos al enemigo. medio es de guerra y medio natural destruir lo que da medios para que se combata la revolución.

No son incendiarios; queman; como medida de guerra, los campos que han de producir a sus enemigos dinero para continuar la lucha contra ellos.

La tierra vuelve a producir; la tierra reparará pronto los incendios que la naturaleza especial de aquella guerra ha hecho necesarios. .Aquí se queman los campos; las heroicas mujeres de Zaragoza quemaban con agua hirviendo las cabezas humanas de los franceses invasores.

Y trae luego La Colonia consideraciones vulgares. Juzgada está en la guerra de un pueblo que se levanta casi indefenso contra una nación que envía para. combatirla decenas de miles de soldados expertos, la conveniencia del empleo del sistema de guerrillas; fugas, acechos. asperezas y heroísmos empleados con tanto éxito por tos pueblos de Cataluña, por los hijos de Zaragoza, por los heroicos vecinos de Lapeza contra las invasoras tropas francesas.

Y termina burlándose del hambre que pasan los insurrectos en el campo. Hambre gloriosa, sí la pasan, que no ha de tener por recompensa las comodidades de la vida, la seguridad completa de un próximo triunfo, todo lo que halaga y hace entender los heroísmos humanos. El que respeta se honra tanto como el respetado: júzguese como plazca de la razón política de la revolución, pero respétese y admírese s los hombres a quienes un hambre de cinco años no ha bastado para cejar un instante en la defensa de una causa que ningún premio les ofrece en la vida, más que la probabilidad de una muerte oscura, sin tumba acaso en que se vaya a llorar y amar a los héroes.

Mas ya no pasan hambre, mal que pese a La Colonia. Ya tienen con Jamaica comunicaciones frecuentes: ya tienen buenos vestidos y calzado nuevo; las mujeres que cuidan a los heridos están bien vestidas también: los caseríos de la sierra están bien provistos de botiquines, telas y alimentos: reciben dinero abundante con que compran toda clase de efectos a las tiendas de españoles de los campos; -ya no pasan hambre: ya tienen alimentos suficientes para caer sobre la trocha, pasarla una vez más, ir más allá, entrar en Sagua, en Trinidad, en Remedios, en Nuevitas, en Cienfuegos, ir más allá todavía, amenazar las haciendas de Colón, y tocar con el pomo de sus machetes a las puertas mismas de La Habana. -Así lo dice el general Valmaseda, Capitán General de la Isla, y Jefe de la campaña contra la revolución.

Termino aquí, no sin dar antes gracias a "La Revista" por la hospitalidad que ha concedido a este artículo largo y enojoso.

Y he refutado con alguna detención el suelto de "La Colonia" no por que yo crea que esto fuese absolutamente menester, sino porque, ya que no puedo por mi mal ir a combatir al lado de los que defienden la independencia de mi patria, no fuera honrado permitir que, donde pueda yo responderlas, quedasen sin cumplida respuesta afirmaciones gratuitas y vulgares.

Está contestada "La Colonia".

JOSÉ MARTÍ

Revista Universal. México, 27 de mayo de 1875.

 

Regresar a Body

©La Pagina del Mambíexilio©www.exilio.com