De periódicos extranjeros traducimos las siguientes noticias:
"De las Cinco Villas, y especialmente de Villaclara, se anuncia que una gran cantidad de soldados españoles ha desertado y se ha unido a los insurgentes. Los soldados españoles en campaña, se quejan de que no tienen vestidos suficientes, alimentos bastantes, ni asistencia médica. He aquí los rumores de deserción". -Esta noticia no es nueva ni extraña; las deserciones del campo español han sido frecuentes, y la causa que motivó la salida del general Concha al interior de la Isla, fue la alarma que causó el abandono de sus filas por algunas compañías, y su ingreso en el campo insurrecto. La insurrección acoge, pero no ama a estos partidarios despechados y advenedizos. Las revoluciones hermosas no tienen necesidad de los soldados mercenarios.
"El vapor Puerto Rico llegó hoy, 19 de abril, de España, con mil soldados, parte de los ocho mil pedidos a la llegada del general Valmaseda". -España no puede mandar todas las tropas que necesita para combatir la insurrección en Cuba. Cuando mayores esfuerzos ha hecho, ha enviado a Cuba el número de soldados necesarios para cubrir las bajas de la temporada, y como los manda en pequeñas partidas, cuando una llega, las enfermedades y los combates han destruido la anterior, y la nueva sólo sirve para ocupar su lugar. -Los insurrectos no reciben refuerzos y se sostienen, y vencen a las veces, y adelantan: explica bien esto, el ardor con que luchan las convicciones arraigadas, y la tibieza y el disgusto con que combaten las convicciones pagadas.
"El incendio de los ingenios continúa en las cercanías de Sagua y Cienfuegos. Una carta de Sagua, de 24 de marzo, dice: En los últimos tres días, los insurrectos han quemado seis de los ingenios más hermosos de este distrito". -El World añade: "En los dos días últimos, han sido completamente reducidos a cenizas catorce ingenios de esta jurisdicción. El humo podía verse a seis millas de distancia". -El World sirve al gobierno español.
"El sexto batallón de infantería y la segunda batería de artillería de voluntarios de La Habana, salió de esta ciudad esta mañana, 16 de abril, para las jurisdicciones de Colón y Cienfuegos, donde se dividirán w pequeños destacamentos Lara; proteger las haciendas". Si la artillería es necesaria, es porque los insurrectos pelean en campo raso. Si van a proteger las haciendas, es porque las haciendas están amenazadas. Si están amenazadas las haciendas de Colón, es porque los insurrectos están cerca de ellas. Y Colón está a corta distancia de La Habana.
Entre noticias favorables a España, dice otro periódico:
"Una información fidedigna hace subir el número de españoles desertados a las filas insurrectas a 7.000. Se dice que la proclama de Valmaseda tiene por objeto conseguir que vuelvan al campamento español". Las deserciones son ciertas y la proclama puede haber tenido este objeto; pero el número de desertores no llega de seguro al que fija el diario extranjero, ni !A insurrección se hubiera sentido halagada con esto. Mucho menor debe ser el número de soldados que han abandonado las filas españolas.
He aquí la proclama de Valmaseda:
"Se concede completo perdón a todos los insurrectos que quieran deponer las armas, garantizando a los oficiales que hoy sirven en las filas enemigas el mismo grado en e! ejército español que el que tienen en el ejército cubano, y pago en oro del tiempo en que hayan servido bajo la bandera cubana. Los soldados están también incluidos en la amnistía general, y se les promete perdón completo y pasaje libre para España".
No puede existir un reconocimiento más explícito de la importancia actual de la insurrección. Es preciso para conocer la significación de esta proclama conocer a la vez el repugnante y despótico carácter del general Valmaseda. Este hombre ofrece ahora grados a loa que cuatro años hace mandaba asesinar en las chozas del campo. Acepta como oficiales a aquellos a quienes siempre habló como a bandidos: llega a ofrecerles por una traición que no cometerán seguramente, el sacrificio mayor que los españoles da Cuba pueden hacer, el pago de una infamia,-infamia tal que ni permite siquiera pensar en ella-, en un dinero que no hay, en oro que no tienen. Sólo el que es capaz de vender su honra, tiene el valor de proponer la venta de la honra ajena.
La insurrección adelanta vigorosamente: Valmaseda la respeta y quiere atraérsela: no quiere ya ocultar a los españoles de tuba !a gravedad que ha adquirido recientemente la lucha cubana, y sus medidas extraordinarias justifican la alarma en que ahora se agita la población española de la Antilla.
Continuaremos publicando algunas noticias de la Isla.
JOSÉ MARTÍ
Revista Universal. México, 13 de mayo de 1875
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