30 Abril 1892
El Club de Chicago.-¡Que los cubanos no son capaces de la acción pública, de la acción republicana y unida! De lo que ya no son capaces es de la acción aislada cuyo fracaso continuo descontentaba a los que hoy, al ver orden y tesón, se agolpan a donde se trabaja y se sirve. Todos quieren servir. El corazón les avisa, y la espontaneidad a qué se les deja, que éste es alistamiento santo. Se compadece a quien obra mal, o a quien no ve, y se sigue con la luz. ¿No vemos cómo cunde, sin más que levantarla sobre nuestras cabezas? ¿No vemos cómo empieza a iluminar las entrañas de la Isla?
Aquí viene Chicago, con su club nuevo. Loa muertos, no son más que semilla, y morir bien es el único modo seguro de continuar viviendo, como Tello Lamar vive, que tenía en el corazón criollo, cual el de aquel valiente Vitito Montalvo de la Habana, toda la rebeldía de la isla; y la hostilidad a la bocamanga: ¡ahora no, ahora viven en paz las bocamangas de galones, y los hijos y los hermanos de los que pagaron los galones con su muerte! Vive la manzanilla, y donde se les apretó el corazón de angustia a Agramonte y Morales, impera la Lola. Tello Lamar se llama el club nuevo de Chicago.
De sus funcionarios, sólo méritos se saben. El presidente es R E, Vida¡; el vicepresidente, D. E. Valdés; el tesorero, J. Guerrero; el secretario, F. S. Bru; y los vocales, E. G. González y S. Herrero. De la cordialidad con que nacen, y de la fuerza natural de las idean y métodos del Partido Revolucionario Cubano, da buena prueba el acta, fraternal y elocuente, de adhesión del club a las doctrinas del Partido.
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