martiOC

 

La Patria es Ara no Pedestal

 

LOS CUBANOS DE AFUERA Y LOS CUBANOS DE ADENTRO.

4 de Junio de 1892

La policía sutil, que se entra de chabeta y jipijapa por los talleres, de copa y chiste por los cafés y los portales de hotel, de consejero y perito revolucionario por las aulas, de casaca y abanico por los salones, no está ya en Cuba en la época burda de las prisiones escandalosas y la persecución que alimenta el fuego que se quiere apagar: en los campos, donde el hombre está al lado del machete, cae de noche la cabeza que empieza a levantarse, o llevan, mudo, el criollo altivo al barco del destierro: en las ciudades, como lúgubre lujo, se permite el domador de bota y espuela el entretenimiento de ver bailar, con la boca llena de espuma, al oso encadenado. "¡Por la palabra se van estas gentes, como se va el agua de la caldera por el vapor!": Y llega la habilidad de la policía, y el plan de la campaña española, hasta poner la tinta y el papel ante la juventud que arde y piafa, para que no tenga urgencia de irse al campo de la muerte a levantar altares a los héroes a quienes se puede loar sin riesgos en la ciudad amable, para quitar a la época matriz su fuerza de misterio y de virginidad. Con una mano desboca la palabra, y se ve que le deja más salida mientras es más el hervor, como hace el buen maquinista con su máquina; y por otro, en cuanto se pone un maquinista al vapor, a medirlo o a guiarlo, lo destierra o lo descabeza. ¡Al oso no le permite el señor más que la espuma! Le tiene la garra rodeada de tijeras. Lo sujeta a la silla de tormento; y con cl sable desenvainado, y el cucurucho de la constitución en la cabeza, le recorta, de cuclillas, las uñas renacientes. Y luego, con el curare de la calumnia, se va de brazo por los cafés, a trastornar a su oso.

El gobierno español sabe que de la guerra quedaron recelos entre los hombres literarios e inactivos, con el nombre inmerecido de civiles, y los hombres ejecutivos, con el nombre envidiable de militares,-y echa sus agentes a rociar de veneno el recelo supuesto entre militares y civiles. Y así, a la policía del gobierno, responde un militar que no quiere tósigos para su corazón, ni pone de caballo el patriotismo, a que se lo ensille con la silla que le convenga el español que le conoce las lastimaduras; así responde un militar glorioso: "¿Qué deben hacer todos los verdaderos amantes de la patria" Pues ayudar a quien de reputación bien sentada se presenta con la bandera cubana, predicando revolución, reclutando soldados para la guerra que ha de venir, fundiendo plomo para las balas con que se ha de libertar la patria; ¡quien no ayude a esas cosas como pueda, que deje de llamarse cubano!"

El gobierno español cree, con poco conocimiento de la verdad, y de nuestro corazón, que del desdén legítimo, y hoy sin causa en nuestras condiciones nuevas, del cubano augusto que ponía a la guerra el pecho, al cubano emigrado que malgastaba o enviaba mal los recursos de guerra, puede perpetuarse la discordia entre los militares de antes, y los que con ellos de la mano continúan su obra, puede levantarse la discordia entre los revolucionarios de ayer que viven en Cuba y los revolucionarios de ayer que fuera de Cuba continúan, en el Partido Revolucionario Cubano, la obra activa de la revolución,-y echa sus agentes, por aulas y talleres y caminos y visitas y salones, a revivir en el corazón lastimado de los héroes leales el desdén de los cubanos de la emigración, a rebajar el primer esfuerzo metódico y unido de las emigraciones cubanas por la independencia, el esfuerzo en que trabajan mano a mano los generales y los presidiarios y los desterrados de la guerra pasada, con los elementos nuevos, útiles e imprescindibles de la generación nacida de ella; a denunciar la obra compacta de todas las asociaciones revolucionarias del extranjero, donde se juntan sin choque, y con amor, los elementos todos de la revolución, desde el caudillo coronado de glorías hasta el riflero aprendiz, desde el inválido de la guerra de los diez años hasta el que le envidia la manga vacía o la cuchillada de la frente, como la obra raquítica y parcial, como la obra culpable e incompleta, de unos cuantos emigrados ambiciosos, de pura lengua y entretenimiento, que aborrecen a los militares. ¡Oigan, bribones, lo que dice un militar magnánimo!: "Por encima de todo, por encima de personas y simpatías, está mi corazón todo cubano, y mi conciencia de hombre leal y honrado, comprometida un día a servir sin condiciones los intereses de la revolución por la independencia de Cuba. Ese ha sido, es y será mi modo de raciocinar. Y aunque tú sabes eso de viejo, como hombre de principios lo mismo que yo, y porque has militado a mis órdenes, y me conoces íntimamente, sin embargo he querido repetírtelo para que se mantengan siempre frescas entre nosotros y en toda su pureza las ideas por las cuales tú desde tu patria te lanzaste a defenderlas en extrañas tierras, y yo, armé mi brazo para ayudar a sus defensores".

El gobierno español, sin conocer el temple sublime a que el sacrificio de los padres ha elevado el alma de los hijos; sin conocer la capacidad constructiva, y no menos que nacional, de la mente cubana, donde lo más alto y difícil se compone como familiar y sencillo, y se resuelve con holgura; sin conocer la hospitalidad y grandeza singulares, por la combinación feliz de agentes superiores a los de su desdicha, con que el alma cubana va salvándose del espíritu de soberbia y holganza señorial que puso en ella la colonia criada a la vez en el hábito de la riqueza injusta y en la autoridad continua y arrogante en que descansaba la institución de la esclavitud por donde mantenía la colonia su riqueza; sin conocer la vehemente y ternísima fusión de almas en que, por sobre los pechos duros e incorregibles, al fuego santo y saludable de la guerra, quedó el país, en cuanto de él vio y trabajó la verdad, después de los diez años únicos de verdad que en Cuba se han vivido; sin conocer el propósito abnegado, limpio de toda mancha de apetito y de toda pasión impura de hombre, que como nueva de evangelio y con la fuerza y vida de la llama, prende en la mente madura y en el corazón fraternal de las emigraciones,-intenta el gobierno español sembrar el odio, la desconfianza y el recelo entre los cubanos de la isla y los cubanos de afuera,-fomentar las quisquillas, como si tales minimeces cupieran en pechos de Yara y de Guáimaro, de los autoritarios disimulados o confesos, y en otras políticas posibles, que en las cosas más santas y puras todo lo ven inhábil o feo si temen, impacientes, que no se deje a salvo, para horas más cómodas, la hostia sacratísima de la propia autoridad¡ --y despertar en los cubanos de la isla el desamor de los cubanos que fuera de ella se ordenan y juntan, con originalidad gloriosa en la historia de las revoluciones, para impedir, precisamente, que la guerra de la emancipación se convirtiese, por el engaño de los hombres y el frenesí de la dignidad, en una guerra de invasión y de conquista, para arrancar, de raíz, el riesgo de que unos cubanos, por haber vivido en condiciones más favorables a la obra revolucionaria que otros, cayesen como dueños, o como superiores, sobre los cubanos que han vivido en condiciones menos favorables a la revolución, para preparar "el triunfo rápido de la guerra, y la mayor fuerza y eficacia de las instituciones que después de ella se funden, con todos los factores, históricos y políticos, de dentro y fuera de la Isla", -para propagar en Cuba el conocimiento y método de la revolución "por medios que no pongan innecesariamente en riesgo las vidas cubanas", para evitar que "se precipite inconsideradamente la guerra en Cuba, o se lance a toda costa al país a un movimiento mal dispuesto y discorde, y ordenar, de acuerdo con cuantos elementos honrados se le unan, una guerra generosa y breve encaminada a asegurar en la paz y el trabajo", no la insolente victoria de una agrupación imperante, no el reparto cerrado de empleos y provechos entre la milicia privilegiada y los cómplices literarios que hubieran fungido de escribientes de la invasión, que es en lo que paran los liberales sin coraje en mano de los liberales corajudos, no en el manejo de los asuntos de todo el país, en que todo el país tiene derecho al voto y a la acción, por una parcialidad pretenciosa que prescindiese de él so capa de servirlo, no el mando y bienestar de los cubanos ensoberbecidos e hinchados de la emigración, sino "la felicidad de los habitantes de la isla". Dos alas tiene .el ejército redentor de Cuba: ¡y es el oficio del gobierno español, oficio fino e infeliz de veras, el de meter el puñal de la desconfianza entre las dos alas!

Yerran.-El ansia, y el encargo expreso, de "no poner en riesgo innecesariamente las vidas cubanas",-frase que debe en verdad, ella sola, mover a estimación y ternura, y a cariño de hermanos; a los cubanos de la isla para con los cubanos de afuera,-podrá, aun en los casos más indicados y conspicuos, demorar, hasta el instante pleno y seguro, el convite desinteresado y viril de los cubanos de afuera, del Partido Revolucionario Cubano, a los cubanos de adentro: pero ¿qué corazón tan pobre y negado será aquel adonde, sin necesidad de papeles expresos y peligrosos, no llegue la voz humilde y suplicante de nuestros corazones? La prudencia vulgar manda, y el cariño efectivo, quitar pretexto y víctimas al gobierno astuto que, desde la orgía hasta el aula, otea y persigue al que lleva, en los ojos siquiera, la chispa del patriotismo; ¡pero no hay un mérito cubano, por escondido que ande en los rincones provinciales. por olvidado que parezca de los cubanos de la peregrinación, que no sea agasajado con orgullo, orgullo que se enseñará en el día propicio, por estos cubanos de afuera a quienes acongoja el miedo de que la podredumbre que el gobierno injerta en la vida del país llegue a ser tanta, que no haya al fin tierra donde brillen como deben el genio y la virtud a que queremos dar casa segura en tierra propia! Limpiar queremos la tierra adorada del vicio español, para que impere, no sólo la virtud que nosotros le llevemos, sino la virtud que se ahoga en ella. ¡Ni de nombres de partido, ni de equivocaciones pasajeras aunque parezcan durables; ni de la diferencia de nuestras ideas corrientes nos guiamos, sino de un amor, que tiembla y que vela, por los que de buena fe, y con la misma pasión nuestra por el bien de los hombres, padecen y aspiran, con ansias de hijo preso, en la tierra adorada! Nuevo queremos el carácter, y laborioso queremos al criollo, y la vida burocrática tenémosla por peligro y azote, y bregaremos por poner la tierra abierta, con el trabajo inmediato y diverso, a la vida natural, que es en la república la única garantía del derecho del hombre y de la independencia del país; pero esta fatiga por hacer al cubano entero y venturoso, este afán de familia porque la casa donde hemos de vivir sea respeto del mundo, y valla de los vecinos, y mueva a la amistad que inspira el mérito más que al desorden y desdén que espolean la codicia, este ruego entrañable por que se refrene, y se quiebre como un vaso de veneno, esa vida gacetilleril y torera que no podrían ver sin cubrirse el rostro ¡y volver, muertos entonces de veras, a sus sepulturas! nuestros padres augustos, ese pesar con que vemos la familiaridad dañina, no con el español que nos ayuda a levantar la tierra, sino con el español que viene a podrírnosla, no esconden de nuestros ojos vigilantes el mérito crítico, la cultura vasta, y el patriotismo del cubano de la isla, tan fervoroso y limpio, tan preparado y pronto, tan varonil e impaciente como el nuestro. ¡Sentimos latir aquellos corazones, y no laten de diferente modo que los nuestros! Con lenguas de traidores debe escribirse en la historia de un pueblo el nombre de quien anteponga la autoridad de su persona o de su camarilla a la concordia y unificación de su país.

¿Y no lo saben ellos? Puede la alta policía, que emplea todos los sexos y empaña el lustre más puro, acodarse, a divorciar almas, en las redacciones de periódicos; serpear, como crítico desentendido, por hoteles y parques; deslizarse, acibarada, en la conversación de los santos recuerdos; azuzar el miedo natural del hombre a que se le desconozca o merme la autoridad que conquistó con su virtud; estimular en las agrupaciones apretadas por la larga comunión, el recelo de una agrupación que pudiera negarles, por intereses de cónclave y deudas de compañerismo, la autoridad y representación que tienen ya como derecho inherente, y como costumbre; torcer la denuncia sagrada del tósigo que se come a la isla,-de la vida baja del chinchón y el madroño que empobrece y desvía los caracteres,-de modo que el azote al conquistador parezca insulto y desdén a los mismos de cuyas espaldas se quiere sacar la conquista a latigazos: puede todo eso la alta policía. Y el cariño verdadero, que se muestra principalmente por el sacrificio de sí propio al bien de los que se quieren, puede ir hasta acallar por sistema las más naturales y afectuosas efusiones, y deponer el gusto de ir trabando de afuera útiles y deseadas amistades, antes de comprometer con ellas a cubanos de virtud tan segura, que no han menester que se la lisonjee y cultive para que se yerga entera a su hora. ¡Hay cartas que no se escriben, y cariños que no se dicen, y mensajes que, aún no mandados, llegan! Pero aquí vivimos con el corazón abierto a todos los derechos, y a todos los méritos, y a todas las glorias, de nuestro país; con el corazón puesto de mesa, para que se sienten a él, aun cuando fueran a maltratarlo y devorarlo, todos los que de veras amen a Cuba, aunque vengan a su amor con menos fe y con fin diverso, y vinieren de opuestos caminos; con la certeza, de sólida república, de que en un país de varios intereses y factores y de defectos por cierto período poderosos e influyentes, la paz del país depende del trato amigable y representación relativa de los intereses varios y factores, y aun de los defectos de cuyo poder e influjo no se pudiera prescindir. Aquí, bien lo saben ellos, nos juntamos, con júbilo profundo, a saludar, donde no corra riesgo inútil, al cubano de la isla que nos trae, con el desaliento natural de la virtud rodeada de humillaciones, el mérito esencial que en el instante de somatén acudirá a la bravura redentora, a la idea definitiva e inextinta. Aquí, cuando de allá viene la poesía o el carácter, le ponemos mesa de honor, y nos juramos en sigilo la hermandad. Aquí, si aún no nos deja la pobreza amarga tender los brazos de una vez, y redimir, a la virtud que vive allá ofendida, colgamos, en los días de esperanza, con su efigie nuestras casas y fiestas, y le reservamos, en los pechos y en los consejos, su asiento de luz. Aquí nos encararíamos, vigilantes, contra los que, ¡estando de sus cálculos soberbios el derecho de los cubanos de la isla a la voz y a la acción en los sucesos de la isla, y sobre todo en los que han de acarrear violencia y muerte, no vieran en la campaña de independencia el modo de devolver a todos los cubanos sus derechos, sino de ejercitar derechos especiales, y señorío vejatorio, sobre algún número de cubanos. Aquí somos la vigilancia y el amor, la cordialidad y la centinela, la pasión, sazonada por el juicio, de cuanto lleve con decoro el nombre de cubano: aun lo que lo mancha nos es querido, porque es nuestro, y nos mueve con el deber del médico a la enfermedad. Aquí marcaríamos, como culpable de parricidio, a quien, por arrogancia de partido o bandería de lugar, se alzase como desdeñoso superior; con la soltura fácil del destierro libre, sobre el cubano que padece y prepara, con nuestro mismo brío y nuestra misma honradez, en el peligro de la colonia homicida. Desde aquí, con el contento de su leal juventud, andamos por entre aquellos estudiantes. Desde aquí, con firmeza que no llegará nunca al egoísmo ni al enojo, departimos con aquellos pensadores. Desde aquí, orgullosos de su fidelidad, tascamos la ignominia con aquellos héroes. Desde aquí, como hermanos impacientes y angustiados, les tendemos la mano de la esperanza, les ponemos la mano de la esperanza sobre el hombro, a la hora en que se sientan, como sin guía y sin fe, a morder su dolor. ¡Y tan apretadas están las dos alas del ejército de la independencia, los cubanos de afuera y los cubanos de adentro, que no podrá meter entre ellas el puñal la policía española!

 

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