martiOC

 

La Patria es Ara no Pedestal

 

28 mayo 1892

LOS CLUBS

RIFLEROS DE LA HABANA

Jóvenes todos, y todos ardientes. Del Cayo, de Tampa, de Filadelfia, de la Habana. El del Cayo viene a New York, y es hermano. El de la Habana va al Cayo, y es hermano. El capitán de Caonao estaba junto al guerrillero de Cabaniguan, viendo, gozosos, hervir la gente nueva. Puerto Rico se mezclaba en los bancos con Cuba. Presidían, enlazadas, las banderas de Guáimaro y de Lares. Nació el Club, ya pujante, con la modestia y la cordialidad de la verdadera fuerza. Este no es tiempo de celos, ni de encomiendas, ni de patriotismo condicional. El gozo, al hablar, interrumpe a los hombres. Los corazones, juntos, crecen. Fue una fiesta el bautismo de los "Rifleros de la Habana". Allí Juan Noroña, con la voz de quien empeña la vida, leyó en nombre de la presidencia las palabras nobles con que el Club saluda al Partido. Noroña ha juntado estas voluntades nuevas, ha encendido los corazones, ha cobrado la contribución "por el honor de ser cubano", rebosa honradez y fe. Allí, sin una voz de objeción ni un solo reparo, aprobó el club las Bases y los Estatutos. Allí, sensato y oportuno, recabó Justo Lantigua declaraciones precisas sobre la unanimidad con que los revolucionarios de New York han aceptado las Bases y los Estatutos. Allí saludó el Delegado la virtud de Cayo Hueso en la persona modesta y valiosísima, en la persona sagaz e ingenua, de Teodoro Pérez. Allí Teodoro Pérez, con la palabra firme de quien sabe amar, con la palabra autorizada de quien peleó en la guerra y no se ha cansado de pelear aún, habló de su regocijo al ver esta unión del Norte, esta prudencia, este entusiasta apoyo a "las Bases y Estatutos del Partido, que son hoy una parte de nuestra alma". Allí tuvo para el Cayo y para la visita de Pérez, elocuencia elegante y ardorosa el puertorriqueño Francisco Gonzalo Marín. Allí, con su palabra que restalla como el látigo, habló el expedicionario Leopoldo Acosta.

Del Club nuevo, y de sus ánimos, todo lo dicen estas palabras de la presidencia:

Señor Delegado:

Grato, muy grato le es a este joven Club, verse esta noche honrado con la presencia de usted, el representante digno del partido más genuinamente cubano que existe, y que más se afana y sacrifica por obtener para la patria de la Luz y de Varela todos los derechos, todas las libertades que gozar deben los pueblos libres del continente americano.

Vergüenza es, y no pequeña, que en el coro magnífico que entonan los pueblos progresistas de este hemisferio de luz y libertad, se oigan como nota discordante, los ayes gemebundos de dos pueblos ilustrados, viriles y patrióticos que aún se hallan atados al pueblo más atrasado entre los pueblos que componen el Viejo Mundo. Tiempo es ya, como siempre lo ha sido, de que los hijos amantes de esos pueblos se sacrifiquen si es posible, por borrar tanta ignominia y fundar sobre el tétrico edificio de enervantes tradiciones, que se llama gobierno español, una república feliz donde quepan todos los hombres de buena voluntad. Nosotros, los miembros de este joven Club, así lo creemos, y nos hemos unido con ese fin. Tenemos por ara la patria, por llama santa el puro patriotismo, por ejemplo los hechos de nuestros padres, de aquellos hombres sublimes que abandonaron todas las comodidades y placeres del universo para mostrar al mundo cómo muere un pueblo que aspira a llegar a las gradas del capitolio augusto de la libertad. Trabajaremos, señor Delegado, sin tregua ni descanso; y si el enemigo nos pide que nos rindamos, le lanzaremos al rostro la frase de Cambrone; y si caemos, exclamaremos como el patriota griego en Misolonghi: "Tirano, aquí encontrarás al cubano muerto, pero esclavo no". Dulce et decorum est pro patria mori

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CABANIGUAN

Cabaniguan es el partido de Francisco Vicente Aguilera. De su gente se hizo, con Pedro Gómez a la cabeza, la partida de Cabaniguan. Pedro Gómez murió en el encuentro de Chapala. Cabaniguan no ha muerto. En Cuba, después de mucho pelear, dejó el arma en descanso. En Cayo Hueso reaparece. "El día de la proclamación del Partido", dice un miembro de Cabaniguan, "íbamos todos a ir con la insignia del Club al pecho: pero no estuvieron a tiempo". "¿Y cuál es la insignia?" "La bandera de Yara".

El miembro del Club hablaba sencillamente, como se habla del aire, que da la vida, como se habla de la tierra, que no se acaba. Ni repúblicas tenderas ni cónclaves zorros perdurarán en Cuba. Perdurará la bandera de Yara. Céspedes la cedió en Guáimaro, para que su apego natural al pabellón que alzó él no pareciese prueba de su deseo de imperar sobre la república naciente; pero la Cámara la mandó poner, a presidir y entusiasmar, en el salón de sus sesiones.

La bandera tiene la faja de abajo toda azul; y de la mitad de arriba, el cuadro hacia el asta, con la estrella blanca en medio, es rojo: las otras dos terceras de la faja del cuadro al borde, son blancas. Con esa bandera entró en Bayamo Céspedes. Eran los días en que Esteban Estrada arremetía contra el enemigo, sin más arma que un chucho, lo restallaba al grito de ¡Cuba libre!, y se le pasaban de soldados los voluntarios españoles.

 

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