21 mayo 1892
"Q. Bana", de Brooklyn, manda a Patria una carta graciosísima. El chiste de la forma no quita un ápice de mérito a su política sesuda. No todo ha de ser trompa épica y clarín de pelear. ¡Ah, aquellas noches de cuentos, y aquellas comedias, y aquellas conversaciones de la guerra, aquellos chistes de que los hombres se levantaban a derrotar al enemigo, o a morir! La guerra equilibra y sazona. La guerra es un remedio excelente para los países desequilibrados. Al hervir, se funde. Al sacudir, se confunde. Sobre castas, no se han alzado nunca más que naciones destinadas a la esclavitud. Pueblo que se somete, perece. Y en aquellos días, ¡qué ocurrencias, sobre un tabaco de salvia, o un salcocho de mangos verdes, o una jícara de cubalibre! De modo que no dejamos en el cajón de manuscritos de mérito la carta valiosa de "Q. Bana" porque venga de risa, con la risa aquella de Joaquín Palma y Luis Victoriano Betancourt, sino porque da su latigazo a espaldas cubanas, que es cosa que a Patria siempre ha de doler, aunque sea en su cariño y honor, y de conveniencia y justicia:y además-¿por qué no decirlo?-porque viene en un dialecto triste, un dialecto que recuerda a Patria el espectáculo que vio en Cuba, al bajar del ferrocarril hace doce años, camino al cerro de las Pozas. ¡Qué palmar aquel tan melancólico; qué color de sangre el de los pájaros aquellos; qué riada tan tupida, por toda la borda del río, buena para pelear; qué velo y pena los de la naturaleza! Iba con Patria una lucida caballería, con más trenzas y lazos de los que convienen a un pueblo en servidumbre, y de pronto sintió que se le volvía en el pecho el corazón: paró la rienda. Un negro joven, con las trabas de hierro de la cintura a los dos pies, hablaba, del otro lado de la cerca, a una esclava cubierta de harapos. Los espantó la cabalgata. Echó a huir por la caña la infeliz. Se acurrucó al pie de la palma el negro encadenado. Y esto, y otras memorias, hace muy triste para Patria el dialecto negro. No es pena dulzona, ni hilos de melcocha con que amarrar la simpatía negra: ¡es coraje de hombre!-Déjese este generoso "Q. Bana" ver por la redacción de Patria, donde todo cariño es agradecido, y loado todo mérito, y más que ninguno el que viene de la salud del corazón. Virtudes se necesitan, más que talentos. Déjese "Q. Bana" caer por Patria, a hablar de las facultades que el escritor revela para la sátira útil, que es la bondadosa; para la comedia criolla, que requiere la chispa nueva, en lenguaje afilado y movido, y a veces el dialecto mismo que fuera de la representación de la realidad pudiera despertar recuerdos tristes. Los males se alivian con hablar poco de ellos. Las consecuencias de un crimen histórico son menos de temer cuando se aleja de la memoria de los hombres todo lo que pueda recordarles el crimen.-Un cariño al buen "Q. Bana", al patriota que revela su fino corazón, y su filial amor a Cuba, en los giros del chiste.
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