

LA SERRANA DE JIGUANI.
Yo una mañana risueña
Sobre un potro sabanero,
Cruzaba fácil sendero
Al rumor del Yaragüí:
Luego al cruzar mas despacio
Por mas hermosos caminos,
Vi de súbito entre pinos
Las sierras de Jiguaní.
Me senté sobre una roca
A la orilla de un torrente,
Llevé a las manos mi frente
I me puse a suspirar:
A poco morena vírjen
A la sombra de una jagua,
Al blando rumor del agua
Se puso alegre a cantar.
I cesaron mis recuerdos
De placeres i de pena,
I solo de la sirena
El cántico resonó:
Allí en las piedras sentados
En amistosos delirios,
Deshojando frescos lirios
Conversamos ella i yo.
-Eres india... ¿Todavía
En selvas, bosques i llanos,
Vastagos de los cubanos
Suspiran de amor aquí?
-Aun suspiran! Muchos indios,
Puros, sin mezcla ninguna,
Aun conservan por fortuna
Las sierras de Jiguaní.
-Oh! serrana de ojos negros,
Cual después que pasa el noto
Queda en el valle i el soto
Un clavel, un alelí;
Asi quedan ¡oh Dios mió!
Habitantes de estas tierras,
En el centro de las sierras,
Los indios de Jiguani.-
-Yo os llevaré a mi bohío
A donde se domicilia
Toda mi larga familia,
Si es que despacio venís;
Bellos lujos de las selvas,
Indolentes i agraciados,
Ojos negros... y tostados
Por el Sol de mi país.-
-¿Qué espíritus os sostiene
Entre rocas i ramajes,
Oh! nieta de los salvajes
De Bayamo i Camagüei?
Tus ojos, tu voz, tu talle,
Tus inocentes placeres...
Oh! todo lo dice... tu eres
De la raza Sibonei.-
-Andar por ásperos montes
No pienses tú que me arredra;
Yo subo de piedra en piedra
I nunca me canso, no;
Como vivieron mis padres
En las selvas i montañas,
Entre juncos i entre cañas,
Así quiero vivir yo.
Me es grato en noches de frío,
Entre dulces emociones,
Oir bellas tradiciones
De los vientos al rumor;
I al rebramar de los rayos
I oscurecidos los cielos,
Recordar a mis abuelos
De la hoguera al rededor.
Me es grato ver cual resiste
Mi raza contra la suerte,
I mas que el destino fuerte,
Llegar no quiere a su fin;
I aquí en las incultas sierras
Bajo mi cielo cubano,
En una choza de guano
Busca escondido confín.
Ya solo, morenos indios
Con sus flechas i su maza,
Descendientes de la rasa
Primera, quedan aquí.
Oh! benditos estos bosques
I estas selvas infinitas!
Oh! benditas! oh! benditas
Las sierras de Jiguaní!-
-En otros pasados siglos,
Allá en época lejana,
Hubo, preciosa serrana,
Un diluvio universal;
Bajo las aguas inmensas
Todos quedan sepultados,
I ceden desesperados
A su destino fatal.
Mas apareciera un arca
Resbalando de ola en ola,
I con su familia sola
Noé se salvara allí;
Para vos, vuestra familia,
Anjel puro y escojido,
Un arca preciosa ha sido
La sierra de Jiguaní.-
-Yo no sé de esas historias,
Mas es igual a la nuestra:
Es tan triste, tan siniestra,
I llena de maldición.
Oh, peregrino! qué gratas,
Dulces palabras dijiste,
Tu voz amorosa i triste
Me seduce el corazón.-
-Escúchame. Yo te adoro:
£1 fuego de tu pupila
En mi corazón destila
El torrente del amor.
Esa vida que tú llevas
Sin ilusión ni ventura,
Simpatiza, vírjen pura,
Con mi llanto i mi dolor.-
-Amarte! nunca! Mi mano
A otra mano ya se enlaza,
Quiero perpetuar mi raza;
Yo no puedo unirme a ti
Nunca mi sangre a la tuya
He de unir en lazo odioso:
Yo amo ya; será mi esposo
Un indio de Jiguaní.-
Con todo, al alzar sus ojos
Puros, rutilantes, bellos,
Fijé mis ojos en ellos
I enmudecimos los dos:
La vos de la simpatía
Con sus dulces vibraciones,
Llevó nuestros corazones
El uno del otro en pos.
Tembló el aire entre las hojas
Del cedro i de la macagua;
Ella su cántaro de agua
Llenó triste, i yo partí:
Seguí por estrañas rutas
I del alba a los reflejos,
Volví el rostro, miré al lejos.
Las sierras de Jiguaní.
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